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Actualizado: 2 de junio de 2025


Después de secarse las lágrimas recobró su alegría y comenzó a charlar por los codos.

Y ve ahí lo que son las mujeres: me halaga, me lisonjea creer que me ama tanto, y esta creencia es al mismo tiempo causa de mi pena y del remordimiento que me destroza el alma. Nada de fijo; pero en mi cabeza me lo imagino todo. Sin duda él me espiaba, y en la oscuridad de las calles me vio y me reconoció, o me oyó charlar y reír con don Andrés, que me acompañó varias noches.

Al atravesar el puente y entrar en el Campo de la Bolera, tropezó D. Félix con Maripepa que iba con un jarro de barro negro á la fuente. Estaba tan alegre que la detuvo y se puso á charlar con ella. Pero la coja no se hallaba de tan buen humor.

Pero otras veces, después de charlar cuanto quería, Quintanar solía levantarse, dar una vuelta por el Parque, vestirse, siempre cantando, y dejar así media hora larga solos a Anita y a su amigo. Y ahora no, no se movía. Ana y Álvaro se miraban, preguntándose con los ojos qué novedad sería aquella.

Veía a la siñá Antonia, la madre de la costurera, tal como era quince años antes, cuando Micaela iba de visita a su portería para charlar como antiguas amigas.

Yo había oído muchas veces esta frase en Colombia, con un sentido muy diferente. Allí se llama pelar la pava estar ocioso, perdiendo el tiempo cuando se está obligado á una labor ó faena, como el peón que suspende el trabajo para echarse a dormir ó ponerse á charlar sin oficio.

Cuando me tropezaba y no iba muy ocupada, solía detenerme y charlar conmigo, mostrándome siempre la misma compasión. ¡Las veces que me habrá llamado pobrecito aquella buena señora! ¿Qué clase de relaciones eran las que existían entre ella y D. Oscar? Si fuera a dar crédito a las insinuaciones y reticencias que había oído, el bendito señor era su amante.

La pobre niña, tan reservada y silenciosa por temperamento, empezó a charlar por los codos, dirigiendo pullas muy saladas a todos los presentes, que las acogían con regocijo y aplauso. Cuando una señora le dijo que estaba borracha, se puso muy seria y afirmó que sólo estaba un poco alegre, lo cual nada tenía de particular teniendo en cuenta sus pocos años. Esta salida hizo reír a los convidados.

Nuestro coloquio, por otra parte, no había pasado inadvertido, pues se trataba de ir a comer y mi padre me interpelaba: ¿Pero qué es esto, Elena? Una dueña de casa que olvida sus deberes para charlar... Es ese zalamero de Lautrec, que hace de las suyas dijo irónicamente Kisseler, que no pierde ocasión de decir despropósitos.

BEAUVALLON. ¡Qué desabrida eres...! ¡Así recibes a tu antiguo compañero, a tu interlocutor en «La Caja Fauré»...! LA CHOUTE. ¡No tengo tiempo de charlar, amigo mío...! ¡Vuelve más tarde, a las seis, cuando esté cerrada la tienda...!

Palabra del Dia

vorsado

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