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Actualizado: 2 de junio de 2025
Con el ansia cariñosa con que recibe todo el que tiene gana de charlar a cualquiera que puede servir de auditorio, recibió el viejo a Jacobo, mandando al punto poner otro cubierto en la mesa... Necesitaba él desahogarse, porque el berrenchín, el bochorno que había pasado el día anterior aún no le había salido del cuerpo.
En este muelle y a pocos pasos del Mentidero, tenía su taller el padre de Zelayeta. En la ventana de la casa, convertida en escaparate, exponía poleas de madera, faroles, cañas de pescar, un cinturón de salvavidas.... El padre de Zelayeta trabajaba en su torno con un aprendiz, y, mientras él torneaba, solían sentarse a la puerta, a charlar, algunos amigos.
Y ahora, porque entonces, sin méritos que lo justificaran, tuve uno ó dos oyentes, echo de nuevo mano al público por el ojal de la levita, por decirlo así, y quieras que no quieras, me pongo á charlar de mis vicisitudes durante los tres años que pasé en una Aduana.
A las veces, después del trabajo, me encerraba yo en mi habitación, o, cediendo a mis inclinaciones de soñador, me iba a vagar por los campos, deseoso de estar solo con mis pensamientos, con el recuerdo de Linilla. Cuando don Carlos me veía salir o advertía que estaba yo en mi cuarto, me detenía o me llamaba. ¿A dónde va usted? ¿Qué hace usted allí? Vengase a charlar con nosotros.
Después de secarse las lágrimas recobró su alegría y comenzó a charlar por los codos.
Terminado el trabajo, a eso de las cinco, nada de tertulia en la botica, nada de oir tocar a la señorita Fernández. A mi casita, a mi pobre casita, que me parecía un alcázar. Si acaso, y eso de cuando en cuando, a visitar al dómine o a charlar con Andrés. Los domingos, de vuelta de misa, a conversar con las tías y con Angelina, a leer, a escribir.... Por la tarde al patio.
Pudo conocer entonces las dos señoritas cuyas voces llegaban hasta ellos; estas señoritas habían bajado, a lo que podía creerse, a uno de los jardinillos de bajo la torre con el fin de evitar el sol, y se paseaban del brazo protegidas por la fresca sombra de grandes rosales allí plantados; una de ellas, morena, pálida, con cara de arcángel, decía a la otra: Qué bien se está aquí para charlar, ¿no es verdad, hija?
Nadie habló durante la comida: estábamos mojados, teníamos hambre, y además la proximidad del cementerio... A pesar de todo desocupamos las cazuelas, encendimos las pipas y empezamos a charlar un poco. Como es natural, el tema de nuestra conversación fue la Ligera.
Muchos ingleses no beben más que agua, y, según me han dicho, ya no es elegante, después de comer, que las señoras se vayan a charlar a un salón, mientras los hombres se quedan bebiendo, hasta que los criados se toman el trabajo de sacarlos de bajo de la mesa. Ya no necesitan por la noche, como gorro de dormir, un par de botellas de Jerez que costaban un buen puñado de chelines.
Ya hemos visto cómo el piloto intimó con Morsamor y formó parte de su corro, y cómo Fray Juan se holgaba de estar en él y hasta de reír y charlar con las dos aventureras, pues, aunque piadoso, era indulgente, muy conocedor de las flaquezas humanas y bastante ejercitado en la virtud de la eutropelia.
Palabra del Dia
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