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Actualizado: 4 de junio de 2025
En fin apareció un joven que se había retardado un poco en la calle tomándose tiempo para acabar un cigarro que había encendido al salir del cementerio. Se deslizaba discretamente en nuestras filas, cuando la señora de Saint-Cast lo notó. ¿Es usted, Arturo? dijo con una voz semejante á un soplo. Sí, mi tía dijo el joven, avanzando como centinela al frente de nuestra línea.
Aquel cementerio de novela, con sus grupos de rectos cipreses, sus columnatas orientales y sus parterres de rosas, despertaban en el joven una dulce melancolía, haciendo revivir en su memoria la imagen de la buena dama.
Te diré más todavía: en mi opinión no habrán llegado al colmo de su felicidad mientras no dejen de hablar eso mismo poco que hablan, aunque no es gran cosa, y semeja sólo el suave e interrumpido murmullo de viento cuando silba por entre las ramas de los cipreses de un vasto cementerio; entonces gozarán de la paz del sepulcro, que es la paz de las paces.
Tal vez sea así, continuó, pero ahora quiero preguntar á mi hábil médico si cree en realidad que me ha sido de provecho el bondadoso cuidado que viene teniendo de esta mi débil máquina humana. Antes que el médico pudiera responder, oyeron la risa clara y alocada de un labio infantil en el cementerio contiguo.
En un extremo de la plazoleta se levanta la iglesia, pequeña, humilde, con su atrio, su campanario y su tejadillo de pizarra. Rodeándola, sobre una tapia baja, se extiende el cementerio. En Zaro hay siempre un silencio absoluto, casi únicamente interrumpido por la voz cascada del reloj de la iglesia, que da las horas de una manera melancólica, con un tañido de lloro.
Se levantó, se vistió y se dirigió a la capilla entre su madre, que se había consolado por completo, y Guillermo, que estaba fuera de sí de alegría. Las mismas amigas que ahora la acompañan al cementerio, iban a su lado, y los que la veían pasar decían: «¡Mirad a Cornelia! está más pálida, pero no menos bella.» En efecto, su aspecto ofrecía un conjunto de nobleza, de gracia y de serenidad.
Las filas de puertas recordaban a Isidro las tramadas de nichos de un cementerio.
Muchos de los que frecuentan el Casino de Monte-Carlo señalan á un gran señor de origen ruso, y afirman que es el príncipe Lubimoff de LOS ENEMIGOS DE LA MUJER. En un cementerio que existe junto al camino de Monte-Carlo á La Turbie, muestran la tumba de la duquesa Alicia.
Esto que hemos tenido ocasión de observarlo muchas veces, cuando más se acentúa es al aproximarse las elecciones municipales. Desgraciado del que intente ocupar un puesto en la principalía, si no tiene registrada su partida de bautismo en la iglesia del pueblo, y la fosa de sus mayores en su cementerio.
La más joven contemplaba fijamente, con estupor doloroso, la alborotada barba del cadáver. No, no te acerques, niña dijo bondadosamente don Juan . Sería una impresión demasiado fuerte.... Sé lo que deseas. Tendrás su cabello; ya arreglaré yo eso en el cementerio. Y don Juan, empujando dulcemente a Tónica y Micaela, las sacó del salón, mostrando con ellas una solicitud paternal.
Palabra del Dia
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