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Actualizado: 30 de abril de 2025


Estas resoluciones desesperadas sólo se ven en las novelas. Tenía además cierta confianza en el porvenir y consideraba oportuno dejar pasar el tiempo. Su madre tal vez cediese al ver que transcurrían los años sin que ella amase á otro hombre. Edwin podía estar seguro de su fidelidad. Mientras tanto, la Fortuna tal vez se fijase de pronto en Gillespie, como se había fijado en mister Haynes.

Se trataba de persuadir a un banquero de aquella población, para que no enajenase las acciones que tenía, en un embarcadero de Sarrió, a cierto individuo del Camarote, como se decía. En todo caso, que se las cediese por el mismo precio a don Rosendo. Hacía ya dos días que estaba allá.

Al día siguiente recibió la contestación en su casa: la carta de la generala era digna y cariñosa; pero estaba escrita en un tono protector, que no le sentó bien a nuestro joven: le recordaba su infancia, le ponía de manifiesto lo extravagante de aquel amor, «que no era, como él aseguraba, una pasión firme y verdadera, sino un capricho de niñole indicaba el ridículo que sobre ella caería si cediese a ese capricho y el mundo lo averiguase: por último, le aconsejaba que desistiese de su intento y procurase olvidarla.

Mientras pasaba este coloquio, las madres, que venían detrás, se sentaron en un banco, sin que su plática, por versar sobre asuntos de muy otra especie cediese en animación a la de la gente joven.

Cristeta vaciló un punto, sin atreverse a responder categóricamente. Hasta entonces había puesto especial empeño en no afirmarlo. Tampoco en aquel instante quiso decirlo, y en vez de contestar de palabra, como si cediese a una languidez incontrastable, dejó caer el dulce peso de su cuerpo sobre el hombro de Juan, al mismo tiempo que decía: ¡Qué desgraciada soy! ¡Déjame, déjame!

Varios niños que jugaban una tarde cerca de la referida cabaña, vieron á una mujer alta, con traje de color obscuro, acercarse á la puerta; ésta no se había abierto ni una sola vez en muchos años; pero sea que la mujer la abriera, ó que la puerta cediese á la presión de su mano, por hallarse la madera y el hierro en estado de descomposición, ó sea que se deslizara como un fantasma al través de cualquier obstáculo, lo cierto es que aquella mujer entró en la desierta y abandonada cabaña.

Todos esperaban de un momento a otro verle tendido en el suelo; pero él seguía bailando, adivinándose el esfuerzo de su voluntad, su resolución de perecer antes que confesar su flaqueza. Se cerraban ya sus ojos con el vértigo, cuando sintió que le tocaban en un hombro, según costumbre, para que cediese la pareja. Era el Ferrer, que se lanzaba a bailar por primera vez en la tarde.

Nuestro hombre prefería acostarse a las siete, sin que le costara un céntimo, a aplaudir a M. Dumaine por medio franco. Tal era, en lo moral y en lo físico, el hombre a quien M. Bernier llamó, en la calle de Beaune, para que cediese un buen trozo de su piel a M. L'Ambert. Advertidos los criados, hiciéronle pasar en seguida.

Don Juan la miró con ternura, la cogió una mano, oprimiéndosela fuertemente, y en seguida, cual si cediese a la dolorosa impresión que acibaraba su ánimo, dejó caer la cabeza sobre el pecho de Cristeta. A ser otra la ocasión, ésta se hubiera echado hacia atrás con oportuno pudor; pero en aquellos tristes momentos no quiso mostrar esquivez ni parecer arisca.

No; probablemente no volveré. Desde allí nos vamos á Sevilla... He conseguido que mi madre cediese á vivir allá, y me alegro bastante. Quedó seria repentinamente la joven; guardó silencio unos momentos y al cabo dijo con tristeza: ¡Todo el mundo se va!... Yo también necesito pensar en liármelas... Ya sabrás que Velázquez se embarca mañana... lo . Me ha escrito.

Palabra del Dia

bagani

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