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El doctor cedió de buen grado; entonces acercaron suavemente sus sillas al círculo luminoso de la lámpara, y ya no se oyó más que el silbido del viento de invierno que agitaba las peladas copas de los tilos y la voz monótona y velada del lector acompañada por el coro de invitados al velorio, que por momentos se elevaba hasta un sordo estruendo para extinguirse en seguida en un murmullo.

Las aguas se enturbiaron y la barca se conmovió, como si alguien con fuerza colosal tirase de ella deteniéndola en su marcha e intentando hacerla zozobrar. La cubierta se bamboleaba como si huyese bajo los pies de los tripulantes, y el mástil crujía a impulsos de la hinchada vela. Pero de pronto el obstáculo cedió, y la barca, dando un salto, volvió a emprender su marcha.

La moza se resistió un poco, pero al fin cedió, ¡no había de ceder! El joven entró con ella por medio de la romería entre los aplausos y ¡hurras! de sus amigos y las murmuraciones de las jóvenes, que se mostraban escandalizadas, sin perjuicio de dejarse arrebatar de aquella gentil manera el día que al bello sultán se le antojase. A las tres, la Nozaleda estaba poblada de romeros.

Luego produxo un mancebo que perdido de amor por una doncella con quien se iba á casar, se la cedió no obstante á un amigo suyo, que estaba á la muerte por amores de la misma, y ademas dotó la doncella. Hizo luego comparecer á un militar que en la guerra de Hircania habia dado exemplo todavía de mayor generosidad.

Fácil es de suponer que la antipatía de la brigadiera no cedió nada durante este tiempo; antes se fue recrudeciendo gradualmente, por más que no tuviese tantas ocasiones como antes de mostrarla. Otro tanto acaeció con Miguel: en su naturaleza impresionable fue echando raíces de tal suerte, que apenas podía mirarla sin advertir que se le encendían las mejillas y la cólera le roía el corazón.

Ya sabes con lo que cuentas. Lo principal es que no teniendo nada mi hijo... no habrá quien piense hacerse cargo de él. Valeria quiso resistir por animarla, pero ante la energía con que expresaba el deseo, cedió. Vino el notario: Susana hizo una declaración reconociendo que cuanto había en la casa era de Valeria, y que en pago de una deuda que confesaba, le daba la finca de Rivaria.

Ana de Austria, reina de Francia y regente del reino, habitó el palacio de Richelieu con sus dos hijos, á mediados del siglo XVII en 1643, y en el mismo palacio tuvieron lugar las espléndidas bodas de su hija con el duque de Orleans, hermano de Luis XIV, cuyo monarca lo cedió despues á su hermano el duque, á título de infantazgo.

Su D. Jaime parecíale un Dios; pero un Dios que la adoraba a ella y que había de vivir siempre rendido a sus plantas. De aquí que doña Luz aniquilase y como embebiese su voluntad en la de D. Jaime, cediendo a todo lo que él deseaba. Doña Luz cedió en el empeño de quedarse a vivir en Villafría y consintió al cabo en seguir a Madrid a su amigo.

El pobre don Quintín cedió amedrentado. La maquinación del conquistador estaba bien urdida. El mismo día y en el mismo tren en que partió Cristeta para Santurroriaga salió el utilísimo Benigno, el ayuda de cámara de don Juan, destinado por éste a servicios análogos a los que el padre de los dioses exigía de Mercurio.

Cedió el padre al fin, y lo puso de alumno en el taller del pintor Ghirlandaio, quien halló tan adelantado al aprendiz que convino en pagarle un tanto por mes. Al poco tiempo el aprendiz pintaba mejor que el maestro; pero vio las estatuas de los jardines célebres de Lorenzo de Médicis, y cambió entusiasmado los colores por el cincel.