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Actualizado: 14 de julio de 2025
Pero la experiencia era nueva para Roger, y el contacto de la villana le produjo una impresión para él desconocida hasta entonces. Pensando iba en ello al dejar la casuca y recordó las palabras del abad, acabando por preguntarse qué hubiera dicho y sentido éste en caso parecido al suyo. Pero llegado de nuevo al camino vió Roger un cuadro que le hizo olvidar todo lo restante.
De Balsain, donde dejé mi arruinada casuca tres días há. Voy en busca de mi hijo, que es montero del rey en Corvalle y me ha ofrecido cuidar de mí estos últimos días de mi vida. Deber suyo es hacerlo, que vos cuidasteis de él en su niñez. Pero ¿habéis comido? ¿Lleváis provisiones?
El sendero, la pila de carbón, el jardín habían pertenecido á una casuca aplastada entonces bajo la roca.
Por confesion de todo el mundo he sido el mas célebre mercader de requesones de toda Babilonia, y lo he perdido todo. Tenia la muger mas linda que pueda poseer hombre, y me ha engañado. Me quedaba una mala casuca, y la he visto talar y derribar, Refugiado á una cabaña, sin mas recurso que la pesca, no saco ni un pescado. No quiero tirarte al agua, red mia, yo soy quien me he de tirar.
Mas hallándolo todo inútil a su empeño, vino a dar junto a una casuca estrecha, miserable, contigua a la iglesia, unida a ella por las tapias de un huerto, y que parecía ser morada del cura que cuidase el sagrado edificio.
Este enternecimiento le recuerda los melancólicos pesares que conturban su alma hace algún tiempo... Un grupo de árboles bajo los cuales hacen la siesta los leñadores después de haber comido; un pueblecillo en que se oye el toque de misa matutina y en que tenues humaredas se deslizan por encima de las techumbres de teja; una casuca campesina con sus ventanas abiertas en que flotan cortinillas blancas, puesta la ropa a secar tendida en la valla y cubriendo la suave colina la viña y el huerto... Todo eso le induce a dulcísimos ensueños de vida rústica.
En aquella casuca amarilla, de entrada abismática, como el orificio de una boca desdentada, galería de vidrios como antiparras, y tejado redondo, negruzco y a trechos desguarnecido, como gorro mugriento, vive, sin duda, un prestamista. Aquella casita cenceña y larguirucha, con ventanas pobladas de macetas y pájaros, ¿qué ha de ser sino la morada de una doncella talluda?
Ahora, pues, previa tu indulgencia por estas digresiones, y suponiéndote orientado en el terreno de nuestros personajes, voy á tratar del verdadero asunto de mi cuadro. Hace pocos días empezó á llamarme la atención el aspecto que presentaba la casuca de enfrente. La buhardilla del Tuerto apenas se abría, ni en ella se escuchaban las risas, los lloros y los golpes de costumbre.
Aceptó Juana la pretensión de buen grado, y se celebró en su día la boda, con la posible solemnidad; y como Simón, huérfano de padres años hacía, y sin pizca de parentela en el mundo, poseía en su pueblo, por herencia, una casuca con su poco de balcón a la plaza, trasladóse a ella el flamante matrimonio.
Palabra del Dia
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