Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de octubre de 2025
La Apología de las comedias de Manuel Guerra, publicada en 1682, habla de innumerables escritos de polémica en prosa y en contra de la representación de las comedias, los cuales, aunque llenos por lo común de vanas declamaciones, ofrecen algunos párrafos interesantes, como los que siguen: Discursos políticos y morales en cartas apologéticas contra los que defienden el uso de las comedias modernas que se representan en España, por D. Josef Navarro Castellanos: Madrid, 1648.
Esto no lo digo delante de un forastero, no, jamás. Esta raza vasca es bonita, fina de tipo, pero en general no es fuerte. Tiene más resistencia la gente del centro: aragoneses, riojanos y castellanos. Esta es una raza vieja que se ha refinado en el tipo, aunque no en las ideas, y que no tiene mucha fuerza orgácica.
En Toledo faltan absolutamente en las clases inferiores esos atavíos pintorescos, de colores vivos y cortes caprichosos, que se ven en Valencia, en Sevilla y otras poblaciones ménos impregnadas de los usos castellanos.
Yo quiero suponer que en España, no sólo no hubo unidad de Estado, sino que ni unidad de nación hubo hasta fines del siglo XV. Supongo, además, ó doy por cierto, pues sobre esto no disputo, que antes no hubo verdaderamente españoles, sino portugueses, gallegos, castellanos, aragoneses y catalanes.
Esta es obra suya me dijo al mismo tiempo , recientemente impresa por la Real Academia Española después de haberla premiado en público certamen. Titulábase: Ensayo histórico, etimológico y filológico sobre los apellidos castellanos desde el siglo X hasta nuestra edad.
Ni de su fin y acabamiento pudo alcanzar cosa alguna, ni la alcanzara ni supiera si la buena suerte no le deparara un antiguo médico que tenía en su poder una caja de plomo, que, según él dijo, se había hallado en los cimientos derribados de una antigua ermita que se renovaba; en la cual caja se habían hallado unos pergaminos escritos con letras góticas, pero en versos castellanos, que contenían muchas de sus hazañas y daban noticia de la hermosura de Dulcinea del Toboso, de la figura de Rocinante, de la fidelidad de Sancho Panza y de la sepultura del mesmo don Quijote, con diferentes epitafios y elogios de su vida y costumbres.
Por último, cuando había ya motivo sobrado para desesperar por completo de la publicación de este libro, la tomó á su cargo el Sr. D. Mariano Catalina, que tantos servicios ha hecho á la literatura española con su notabilísima Colección de escritores castellanos.
El mundo resultaba mucho mayor de lo que se habían imaginado. En la realidad, o más bien en el concepto de los hombres, era ya más que doble. Colón, creyendo hallar la India y la China, había hallado un nuevo mundo. A los castellanos incumbía civilizarle, erigir en él la cruz de Cristo, edificar en él templos y palacios y fundar en él ciudades y repúblicas.
Pendientes de los muros, en marcos coruscantes, exhibíanse varios títulos de individuo de honor de diversas sociedades, acreditando los méritos del marqués de Jiménez, y un tarjetón, prodigio de caligrafía, en el cual los compromisarios castellanos felicitaban a su «digno senador» por sus brillantes discursos en defensa de la protección a los trigos.
No, primo; si os pude considerar árabe lejos de mis ojos, abanderizando el Africa, confiándoos en la fe berberisca y combatiendo inútilmente en la Goleta y Túnez estos mismos castellanos que queréis vencer en nuestro país, nunca presumí que en ánimo morisco, quien nació ya cristiano, viniese a ofrecer su amor a quien no quisiera ver un príncipe en un amante, sino sólo un caballero.
Palabra del Dia
Otros Mirando