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Actualizado: 11 de junio de 2025


No quisieron bajar á él, porque de la fidelidad de sus campeones estaban seguros. Prosiguieron su camino por las cumbres hacia Fresnedo, que se hallaba mucho más alto. El sol descendía ya un poco del cenit cuando llegaron á él. Estaba colgado más que plantado el caserío en las estribaciones de la gran Peña-Mea. Era también extendido, aunque no tanto como Villoria.

Más a la izquierda, asomando solo la cabeza sobre las azoteas del caserío de la ciudad, veíase también la Torre de Plata, con su blanca corona de almenas. Más allá, el palacio de San Telmo, envuelto en la masa verde de sus naranjos, asomando las agujas de sus torrecillas de pizarra. El Guadalquivir corría bajo mis pies.

Más avanzado que ninguna de las casas de Izarte, más al borde de las dunas estaba el caserío de mi abuela, un caserío negro, con un balcón corrido hacia el lado del mar. Realmente, el viento debía azotar allí de una manera furiosa.

La muchacha está en ese estado. Ya lo sabemos. Conque resolved de una vez: o no. O decid qué queréis más. El caso es murmuró el viejo que hay un trozo de tierra cerca del barranco que no pertenece a nuestro caserío, y mi mujer dice que debían dárnoslo a nosotros sin subir la renta ... Yo no digo nada, pero mi mujer ... Bueno, la tierra esa será para vosotros.

El viaje, aunque largo y difícil, no dejó de ser alegre. El tiempo estaba sereno; el sol todavía no molestaba gran cosa. Celesto iba armado de gaita. Andrés llevaba las provisiones. Cuando pasaban por delante de algún caserío, se detenían a instancia del seminarista; descolgaba éste la gaita de los hombros y comenzaba a soplar con furia.

Salvatierra detenía el paso para volver la vista atrás y contemplar la ciudad, que destacaba su blanco caserío, la arboleda de sus jardines sobre el cielo rosa y oro de la puesta del sol.

Lo constituye aquel una extensa loma sobre la cual se asienta diseminado un corto caserío, en su generalidad de palma, destacándose por su construcción un antiguo baluarte, la iglesia, la escuela y la casa-tribunal. El cura que cuida de su parroquia se encontraba fuera del pueblo y nos dijeron era mestizo chino.

La canción de Vilinch era un diálogo amoroso entre el propietario de un caserío y la hija del arrendador, a quien trata de conquistar.

Entró Martín en el caserío Zalacaín. El tejado no existía; sólo quedaba un rincón de la antigua cocina con cubierta. Bajo este techo, entre los escombros, había un hombre sentado escribiendo y un chiquillo ocupado en cuidar varios pucheros. ¿Quién vive aquí? preguntó Martín. Aquí vivo yo contestó una voz. Martín quedó atónito. Era el extranjero. Al verse se estrecharon las manos afectuosamente.

Llamé; vino una mujer, a quien pregunté si podía comer algo; me dijo que esperara un momento. Hablamos; le expliqué quién era y a lo que iba, y a mis preguntas contestó dándome los informes que le pedía acerca del inquilino de nuestro caserío.

Palabra del Dia

vorsado

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