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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Canta, pero no la oímos bien... No; no se acerque: la vamos a espantar como el otro día... Bueno; que le vaya a usted bien: mucha suerte.

Esto de ahora es una bobada, y si no, ya verán ustedes cómo en menos que canta un gallo se acaba todo. Pero lo del ejército de Andalucía, ¿es cierto, o es puro barrunto de usted? Sepámoslo de una vez. Es cierto, señores. Me parece que Santiago Fernández tiene motivos para saber lo que hace un ejército y lo que deja de hacer.

-No hay ninguno de los andantes que no lo sea -dijo don Quijote-. Y escuchémosle, que por el hilo sacaremos el ovillo de sus pensamientos, si es que canta; que de la abundancia del corazón habla la lengua.

Obtener para su vaca el campano del lugar es el más alto honor que en casos tales puede alcanzar el dueño de ella, razón por la que hay cada intriga que canta el credo al llegar el momento de elegir un cuello para el sonoro colgajo.

El día 14 de agosto de 1385 ganaron los portugueses la célebre batalla de Aljubarrota, tan funesta para Castilla, cuyo rey D. Juan I salvó la vida en la gran derrota por la proeza del señor de Hita que canta aquel conocido romance: «Si el caballo vos han muerto, Subid, rey, en mi caballo

Templada la guitarra, principia el baile que se reduce á ligeras ondulaciones de las caderas, acompañando á los cortos pasos con que van acercándose los bailadores. Al encontrarse, se paran y ella canta, tomando un tema alusivo á la persona por quien se da la fiesta ó picarescamente intencionado contra el individuo con quien baila.

Imagínole ausente, me veo aquí sola y tengo miedo y siento la soledad.... Luego no me estorba, luego su compañía me agrada. Petra, la misma Petra, me gusta aquí en el campo. Se viste como las aldeanas del país, canta con ellas en la quintana, se mete en la danza y toca la trompa con maestría.

Eran las buenas y las malas acciones del emperador, que le estaban mirando a la cara. «¿Te acuerdasle decían las malas acciones. «¿Te acuerdasle decían las buenas acciones. «¡Yo no me acuerdo de nada, de nadadecía el emperador: «¡música, música! ¡tráiganme la tambora mandarina, la que hace más ruido, para no oír lo que me dicen mis malas accionesPero las acciones seguían diciendo: «¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas?» «¡Música, músicagritaba el emperador: «¡oh, hermano pájaro de oro, canta, te ruego que cantes! ¡yo te he dado regalos ricos de oro! ¡yo te he colgado al cuello mi chinela de oro! ¡te ruego que cantesPero el pájaro no cantaba.

Y esta pobre continuó el médico prosigue la santa obra de la alegría. Cuando se ve sola, piensa en la otra, piensa en el oficial muerto, y huye en busca de los agonizantes, como si el dolor ajeno fuese su refugio. La sala de los incurables, de los que están condenados á morir, es su lugar preferido. Y canta, cuando minutos antes suspiraba á solas; ríe, con los ojos cargados aún de lágrimas.

Creo que usted sabe varias canciones románticas muy lindas y las canta admirablemente dijo el pollo del pelo por la frente, apercibido como siempre a proporcionar a la tertulia algún nuevo solaz. No, señor..., no lo crea usted... Antes cantaba alguna, pero ya se me han olvidado...

Palabra del Dia

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