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Actualizado: 13 de mayo de 2025


¡Rataplán! ¡Rataplán!... ¡Oh, el bosque de Vincennes, los vastos guantes de algodón blanco, los paseos por las fortificaciones, la barrera de la Estrella, el cornetín de pistón de la sala de Marte, la bebida en las afueras, las confidencias entre los hipos, los útiles de encender que se desenvainan, la romanza sentimental que se canta con una mano puesta en el corazón!...

quién es esa... dama ilustre con quien te quieres casar. Vamos, que buena doncella te canta... ¿Y creerás que vamos a consentir tal deshonra en la familia? Dime que todo es una chiquillada y no se hable más del asunto».

Peor para él. Nosotras acabamos de pasar la noche en la Olimpia. Aquello es delicioso. La Rustigieri canta con los pies y baila con la garganta. ¡Y viva Italia! ¡Lo que nos reímos!... Me gustó más la Loïe Fuller. ¡Oh! no; hace daño á la vista.

El tío Ventolera tiró de su aparejo de pesca con un ronquido de satisfacción. ¡Y van ocho!... Pendiente de un anzuelo, coleaba y movía sus patas una especie de langosta de obscuro gris. Otras semejantes descansaban inertes en una espuerta al lado del viejo. Tío Ventolera, ¿no canta usted la misa? Si usted lo permite...

Una señora estaba cantando en la sala, bastante mal por cierto: no podía verla; pero estaba tranquilo, porque Luciana no canta ni sabe más música que la necesaria para tocar un rigodón.

La junción de los abrazos de los llantos y los besos se deja pa las mujeres, como que entienden el juego. Pero el hombre, que compriende que todos hacen lo mesmo, en público canta y baila, abraza y llora en secreto.

¿Qué es lo que dices, niña?; mira que dicen que el que canta es un mozo de mulas. -No es sino señor de lugares -respondió Clara-, y el que le tiene en mi alma con tanta seguridad que si él no quiere dejalle, no le será quitado eternamente.

Si me despierto en el silencio de la alta noche y oigo que algún campesino enamorado canta, al son de su guitarra mal rasgueada, una copla de fandango o de rondeñas, ni muy discreta, ni muy poética, ni muy delicada, suelo enternecerme como si oyera la más celestial melodía. Una compasión loca, insana, me aqueja a veces.

¡Cómo canta ese infeliz! murmuró . ¡Cuán lejos estará de saber que estoy yo aquí, sobre su cabeza! Se sentó desalentado y permaneció silencioso mucho tiempo, hasta que sus pensamientos, su afán de protesta, le obligaron a hablar. Mire usted, señor; conozco que soy un hombre malo y que la gente debe despreciarme. Pero lo que me irrita es la falta de lógica.

Por , por ellos hoy mi voz levanto Para cantar la aurora de tu vida, Cual ave que entre rosas escondida Canta á la rosa que abre su boton; Abre el oído, hermosa miniatura, Para escuchar mis blandas armonías, Antes que de la tierra las orgías, El eco te conturbe el corazon.

Palabra del Dia

commiserit

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