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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Yo siempre he llevado el alma en mi rostro, y me he presentado a los ojos de todo el mundo como soy, como era, con mis defectos y cualidades, tal como Dios me hizo... ¿Pero no tienes nada que contestarme?... ¿O es que no se te ocurre nada para defenderte? Señora, callo, porque estoy dormida. No, no duermes, es mentira: la conciencia no te deja dormir.

Explicáronle quién era Clara y por qué estaba allí; más no por eso pudo dominar el estudiante la respetuosa y fuerte sorpresa que le había producido. Estuvo encogido y como asombrado todo el día, y temblóle la voz cuando quiso hablar con ella, y se calló al fin por temor de decir mil disparates.

He pasado mucha hambre; no tengo vergüenza en decirlo: mucha hambre por sostener a los míos; y por esto voy allá, a ver si cambio de suerte. Calló un momento don José, como si vacilase, temeroso de exponer sus ideas, y al fin continuó en voz baja: Dicen que España es un país católico, el más católico de la tierra.

Pues lo mejor es que no tengo sólo macho el entendimiento, sino también la voluntad; y con todo, en el conjunto, disto bastante de ser un macho, como hay tantos por ahí. ¡Vaya si viene Vd. parlanchín y si saca alicantinas! Don Luis se calló: jugó unas cuantas veces, y tuvo tan buena fortuna, que ganó casi siempre. El conde comenzó a cargarse.

Montiño se calló esperando á que el padre Aliaga le preguntase, pero el padre Aliaga se redujo á dejarle oír una de esas frases generales de consuelo, que toda persona buena dirige á un semejante suyo á quien ve atribulado. Después el padre Aliaga se calló también. Hubo algunos momentos de silencio. ¡Perdonadme, señor! dijo tartamudeando Montiño.

Capítulo XLII. Que trata de lo que más sucedió en la venta y de otras muchas cosas dignas de saberse Calló, en diciendo esto, el cautivo, a quien don Fernando dijo: -Por cierto, señor capitán, el modo con que habéis contado este estraño suceso ha sido tal, que iguala a la novedad y estrañeza del mesmo caso.

Esa modestia, ese incógnito a medio velo, es un medio para llamar la atención como cualquier otro reclamo, y un negociante que desea tanto la popularidad no lleva idea buena. Algo prepara. Para , lo que hace es arreglarse el vendaje antes que exista la herida. Juanito sentía inquietud y molestia ante la rudeza con que el viejo destrozaba el ídolo de su admiración, pero calló por respeto.

El Arcediano, en cuanto calló el órgano, como quien quiere interrumpir una broma con una nota seria, leyó la epístola de San Pablo Apóstol a Tito, capítulo segundo, dándole una intención que no tenía.

Y se calló, ocultando su cabeza entre las manos; porque su corazón latía con tal fuerza, que parecía querer saltársele del pecho. Después, reponiéndose, y hablando de prisa, como si hubiera querido escapar a un recuerdo que la oprimía: ¡Qué brillante está el sol! ¡Jesús! ¡qué hermoso matiz de púrpura con reflejos de oro! ¡qué tornasolado tan magnífico y tan raro!

, un joven muy bueno, amigo de papá, que se llama Rafael Alcántara. Al volver la vista, cada vez más sorprendida, a Pinedo, éste le hizo una seña bastante expresiva. No sabiendo lo que aquello significaba, pero calculando que su amigo tenía interés en que no se calificase a Alcántara como merecía, Clementina se calló. El joven salvaje, al cruzar, les hizo un saludo entre familiar y respetuoso.

Palabra del Dia

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