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Actualizado: 10 de julio de 2025


El clérigo, aturdido, se dejó caer sobre el reclinatorio, oró á los piés del Cristo ocultando la cara en las manos y despues se levantó serio y grave como si hubiese recibido de su Dios toda la energía, toda la dignidad, toda la autoridad del Juez de las conciencias. Acercó un sillon á la cabecera del enfermo, y se dispuso á escuchar.

Un crucifijo de madera negra pendía de su cabecera. Cerca de la cama una mesita cubierta de libros piadosos y con algunos ramos benditos ya casi secos, adosados contra la pared. Al ruido que yo hice al entrar se volvió hacia y me dirigió una sonrisa. «¿Es usted me dijo , mi querido Gastón?

Por fin, a despecho de esta formidable terapéutica, la buena señora mejoró bastante al obscurecer: hasta quiso levantarse; pero se lo impidieron Cecilia y Pablito. Uno y otra la habían acompañado largos ratos sentados a la cabecera de la cama. En particular Cecilia apenas se separó más instantes que los necesarios para preparar las unturas y tisanas.

¡Si al menos estuviera en la cabecera, todavía!... dijo haciendo alarde de su poder. El escribiente sabía muy bien que su poder no pasaba de los límites de Tianì, pero le convenía conservar su prestigio y quedarse con la tapa de venado. Pero, os puedo dar un sabio consejo y es que vayais con Julî, al Juez de Paz. Es menester que vaya Julî.

Pues esta lacenuca, o como la llaméis vosotros «allá», a la cabecera de la cama, para poner la luz encima y meter adentro... ¿ves? el ingrediente éste, no pienso yo que te estorbe... ni tampoco esta sillona del rincón... ven acá, ven acá a verla... Como somos mortales y nadie está libre de un apuro, y las noches son tan largas ahora, y los carrejos tan obscuros y tan fríos y no los conoces mayormente... En fin, no hay que decirte más.

Sigue cantando, muchacho... Estoy acostumbrado desde que vive aquí Gertrudis... Pero ¿qué vas a hacer con esa blusa blanca? ¿Crees acaso que voy a estar aquí de brazos cruzados? Descansa un día más. ¡Ni una hora! Mis ropas de holgazán están colgadas ya de un clavo. Martín ha visto las flores que están a la cabecera del lecho, y dice riendo de mala gana. ¡Habrase visto!

Y acostóse en la cama, poniendo por cabecera las calzas y el jubón. Y mandóme echar a sus pies, lo cual yo hice. Mas, ¡maldito el sueño que yo dormí!

»Le respondí con una seña afirmativa y con ella pareció quedar tranquila y satisfecha. »Pronto entraron a anunciarnos que el almuerzo estaba servido. Ya sabe usted, Antoñita, que antes su tío y yo hacíamos las comidas separados, para poder relevarnos a la cabecera de la enferma; pero desde que ésta convalece, tal precaución es inútil, y hace unos cuantos días que comemos juntos.

Es la cabecera del distrito; está emplazada sobre el brazo N. del Pulangui, á tres millas de su desembocadura y á la falda de una elevada colina, que ocupa admirable posición estratégica. El cuartel de tropa es un mal camarín de materiales ligeros, pero tiene un magnífico hospital, antiguo cuartel de Ingenieros, y los Oficiales encuentran cómodas viviendas en la población.

Y adviértase que en las alabanzas de los señores que pasaren, que es mesa redonda , que cada uno de por hace cabecera, y que no es pleito de acreedores, que tienen unos antelaciones a otros.

Palabra del Dia

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