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11 Se depositó en el sepulcro tu soberbia, y el sonido de tus vihuelas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. 12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, el que echabas suerte sobre los gentiles.

¿Caíste herido alguna vez? , señora; una vez, en Navarra, me pasó una bala de un lado á otro; me entró por aquí, salva sea la parte, y me salió por aquí. Poco faltó para que me echasen la tierra encima. En Cuba, un negro, mas negro que las tinieblas, grande como un castaño, me descargó un machetazo en un hombro, que á poco me parte en dos. Sin embargo, me curé más fácilmente que del balazo.

Si tanta gloria sin igual tuviste y lauros cien tu señorial cabeza, deja que diga que si al fin caíste, fué tu caída tu mayor grandeza. ¿Mas, hemos de insultarte cuando vemos plegar tus alas que taparon soles? ¡Oh, nunca, nunca, que mejor seremos hermanos filipinos y españoles...! Cuando inclinan las flores sus corolas sobre los tallos, meditan sus pesares y vierten llanto.

Quizás en tu ostracismo voluntario juzgabas que era un sueño temerario manumitir nuestra oprimida raza; mírala hoy: es virgen arrogante que, con la augusta libertad, tu amante, en un amplexo fraternal se enlaza. Caíste como fruta ya amarilla, pero cayó contigo la semilla.

Si tus ojos se han nublado Entre mil aclamaciones, Si tus cielos y canciones En el pueblo vivirán! Cantando de pago en pago, Y venciendo payadores, Entre todos los cantores Fuiste aclamado el mejor; Pero al fin caiste vencido En un duelo de armonías, Despues de payar dos dias; Y moriste de dolor.

Fue con un pobre pastor, que murió fusilado por no haber querido ser traidor. Estaba de rodillas en el momento de recibir la muerte, y en vano procuraba alejarte de su lado. Pidió que te apartasen, y nadie se atrevía. Sonó la descarga, y , fiel amigo del desventurado, caíste mortalmente herido al lado del cuerpo exánime de tu amo.

Díjole: «¿Cómo caíste?» Y disculpóse diciendo: «Madre, acabóseme el asnoAsí yo, que hablando veo 2180 Á tan discretos señores, Hago atrás mi entendimiento, Hasta que he venido á dar Con el silencio en el suelo. Tomen lo que se han ganado. 2185 DO

La causa porque caiste, y porque humilde bajaste de la gloria en que te viste, fué la verdad que dejaste, la vanidad que seguiste. Ya no eres la princesa de todas otras naciones: ya tu altivez es bajeza. Tu diadema y tu grandeza se han vuelto en tristes prisiones. Ya tu palacio real humilde cubre la tierra en exequia funeral: la paz antigua es la guerra, y el bien antiguo es el mal.

Mariano miró a su hermana, la cual, compadecida, echó mano a la faltriquera, y sacando dos pesetas dióselas al chico. «Para ti..., pero con la condición de que has de contarme lo que has hecho en todo este tiempo, cómo caíste enfermo, cómo has vivido, quién te ha dado de comer...».

Cuando Lorenzo decía estas palabras llegaron a su lado Melchor y Ricardo, que reían desconsideradamente. ¿Cómo te caíste? le preguntó éste. ¡Qué pregunta!... si no me caí; vi que empezaba a corcovear y resolví bajarme... ¡qué pavada!...