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Hasta los volcanes que surgen aislados, lejos de toda cordillera y que crecen poco á poco, derramando lateralmente sobre sus taludes lavas y cenizas, carecen de esa regularidad geométrica.

El primero cuenta 319-1/2 leguas de extension hasta Mendoza, ademas de otras 104 para pasar de esta ciudad á la de Santiago de Chile por el desastroso paso de Uspallata en la Cordillera: y el segundo, abraza una extension de 528 leguas, hasta Laquiaca, que en esta direccion marca el punto de contacto de la República Argentina con la Boliviana.

La cordillera del Bay-bay limita uno de los horizontes de la laguna, la que podría unirse con el mar Pacífico, de abrirse un canal en aquella cordillera, única barrera que se interpone entre ambas aguas. Á las cuatro de la tarde, después de no pocas varadas, atracamos al pantalán de Santa. Cruz.

Manos Duras iba ahora á todas partes con unos amigos suyos de la Cordillera que estaban alojados en su rancho: gente mala y poco temerosa de Dios. ¡A saber lo que traerían entre manos!... También le había indicado, en su diálogo á la puerta del corral, que tal vez hiciese pronto un largo viaje, y esta era la razón de haber venido á molestar á la señora por si quería mandarle algo.

De entre aquella cordillera de olvidados expedientes, de los cuales hasta sus dueños habían perdido el recuerdo, y aglomerados allí por la contumaz procrastinación del ilustre Papiniano villaverdino; de entre aquella balumba de papeles amarillentos y polvorosos surgía un crucifijo, un cristo de talla, hecho en Guatemala, al decir de don Juan.

Caminando el mismo rumbo, como cosa de treinta leguas ó algo mas, se encuentra otro rio grande, muy ancho, y muy apacible en sus corrientes; y este rio nace en la Cordillera de un valle grande espacioso, y muy alegre, en donde están y habitan los indios Césares. Es una gente muy crecida y agigantada, tanto, que por el tamaño del cuerpo no pueden andar á caballo sino á pié.

Así, se levanta en una cordillera de escarpadas montañas un picacho inaccesible, donde al parecer se divisan algunos restos de un antiguo edificio: un hombre curioso y atrevido concibe el designio de subir allá; mira, tantea, trepa por altísimos peñascos, se escurre por pasadizos impracticables, se aventura por el estrechísimo borde de espantosos derrumbaderos, se ase de endebles plantas y carcomidas raices, y al fin cubierto de sudor y jadeando de cansancio, toca á la deseada cumbre, y levantando los brazos clama con orgullo: «¡ya estoy arriba!....» Entónces domina de una ojeada todas las vertientes de las cordilleras; lo que ántes no veia sino por partes, ahora lo ve en su conjunto: mira hácia los puntos por donde habia tanteado, ve la imposibilidad de subir por allí, y se rie de su ignorancia.

Allá á lo lejos, de uno y otro lado, se alzaban sobre el mar de leche algunos negros ó jaspeados islotes que eran, sin duda, las crestas de las montañas más elevadas de la cordillera cantábrica. Parecía que echándose á nadar se podía llegar á ellas al instante.

Sabido acá en los Charcas, fué acordado Hacer guerra cruel al Chiriguana: El caso de esta suerte se ha ordenado, Que el Presidente tiene buena gana; Y asì con grande ardid al que es soldado La voluntad en esto bien le gana, Y hácele merced en cuanto quiera, Porque entre en la jornada y cordillera.

Se acercó a , me saludó descubriéndose, me dio todas las noticias que conocía, y me dijo que era correo entre Mendoza y Santa Rosa de los Andes. Siempre me han inspirado una simpatía profunda esos hombres valerosos cuyas filas clarea cada rudo invierno de la Cordillera.