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Actualizado: 28 de junio de 2025


Al cabo, Villar se arrojó a levantarlo para herir en la cabeza a su adversario... Pero ¡ca! don Rosendo dió un salto tan prodigioso hacia atrás, que los testigos se miraron unos a otros llenos de asombro. Villar, pasmado también, esperó a que su contrario se acercase de nuevo. Volvieron al lúgubre tic tac.

¿Qué he de temer? interrumpió el General impaciente; ¿no dispongo yo de poderes discrecionales? ¿no puedo hacer lo que me la gana para el mejor gobierno de estas islas? ¿Qué tengo que temer? ¿Puede acaso un criado acusarme ante los tribunales y pedirme responsabilidad? ¡Ca! Y aunque dispusiera de medios, tendría antes que pasar por el Ministerio, y el Ministro...

A cada remedio que proponían, Simoun respondía con una sonrisa sarcástica y brutal: ¡Ca! ¡tontería! hasta que exasperado uno le preguntó por su opinion. ¿Mi opinion? preguntó; estudien ustedes por qué otras naciones prosperan y hagan lo mismo que ellas. ¿Y por qué prosperan, señor Simoun? Simoun se encogió de hombros y no contestó.

¡Cómo! ¿qué es lo que dices? exclamó Amaury, con la estupefacción pintada en el semblante. Digo respondió Felipe sin abandonar su aire solemne, que suplico a mi amigo y hermano Amaury, recordándole sus compromisos, que pida para la mano de... ¿De Magdalena? Si. ¿De Magdalena de Avrigny? ; de la hija de tu tutor. Pero ¿no estabas enamorado de Antoñita? ¿Yo? ¡Ca, hombre!

Y creciente este círculo del arte, Con severa constancia Y oriental arrogancia, Levante inmaculado el estandarte Do brillarán los astros de la gloria Del libro artístico de nuestra historia. Hijo de Manuel Casuso. Nació en Manila en 1898. Murió en el Japon el 19 de Julio de 1918. Escribió, cuando cursaba el bachillerato, las composiciones que se copian. LAS CA

¡Cáspita! exclamé yo muy serio, acordándome de lo que había gastado en los tres días del último carnaval de mi vida de estudiante. ¡Ahí era un grano de anís!... Pero no sabía yo, don Pelegrín, que fuese usted abogado. Y no lo soy, ¡ca!...; porque verá usted lo que pasó.

Ca! que se está Usté diciendo! ¿Pues no considera Usté que nos lloverán los franceses como granizo y pasará gente como pájaros? Y luego, échele Usté trigo á la tierra y saldrá la harina de Castilla hasta por los ojos; que en habiendo caminos todo será barato y bueno, y andaremos mas á priesa.

Ella, con tiernísima solicitud, exclamó muy alarmada: ¡Jesús, Fernandito, me dan miedo esas cosas!... ¿Están sueltos?... ¿Muerden?... ¡Ca, no!... Si son unos negros cualquiera... ¡Más feos!... Y se abrochaba con disimulo el gabán, para ocultar a Currita que llegaba su consideración a los antropófagos hasta el punto de visitarlos a las diez de la mañana, de frac y corbata blanca.

¡Ca!... Eso es refinamiento de coquetería; que te empolvas el pelo, como las marquesas de la corte de Luis XV... Ya voy teniendo algún punto de contacto con ellas... exclamó riendo la marquesa . A lo menos, en lo añejo de la fecha.

Cierta mañana escuchó una voz de mujer a pocos pasos de la gruta: Cantan de Oliveros e cantan de Roldán e non de Zurraquín, fue gran barragán. Cantan de Roldán o canta de Olivero e non de Zurraquín, fue gran caballero. Era un doble estribillo que Medrano, el escudero, no se cansaba de repetir. Pareciole la voz de Casilda. ¿No sería algún engaño de los sentidos?

Palabra del Dia

lanterna

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