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Actualizado: 28 de junio de 2025
Doña Sol escuchaba, intensamente pálida, con los labios apretados por el terror y en los ojos el extraño brillo que acompañaba a sus misteriosos pensamientos. Gallardo contraía el rostro, molestado por este relato feroz. Ca uno sabe su ofisio, señó Juan dijo el Plumitas, como si adivinase lo que pensaba . Los dos vivimos de matá: usté mata toros y yo personas.
SOPA CA
Las ruinas de Poblet: un tomo, 4 pesetas. Poesías. BYRON. Poemas dramáticos, traducidos en verso por D. J. Alcalá Galiano: un tomo, 4 pesetas. El Solitario y su tiempo: dos tomos, 8 pesetas. Problemas contemporáneos: dos tomos, lo pesetas. CA
Pero ¡ca! continuó el otro , no le han cogido, no. ¡Bueno es él para dejarse atrapar! En este momento Manolo lanzó dos gritos más rabiosos aún desde el soportal de enfrente, y con la misma rabia contestaron ladrando los perros de la vecindad. No es posible describir lo que entonces acaeció en la muchedumbre de oyentes de uno y otro soportal. El tumulto que se produjo fue en realidad imponente.
¿Tienes frío? preguntaba Germán. Y Ana respondía, con los ojos muy abiertos, fijos en la luna que corría, detrás de las nubes: ¡No! ¿Tienes miedo? ¡Ca! Somos marido y mujer decía él. ¡Yo soy una mamá! Y oía debajo de su cabeza un rumor dulce que la arrullaba como para adormecerla; era el rumor de la corriente.
El escultor levantó vivamente la cabeza. ¿Qué señas tenía ese niño? Pues yo no he reparado bien... Era rojito él y blanco. ¿Cuántos años tendría? Tampoco puedo decirle... Era pequeñito... ¿Pero iba en brazos? Ca, no, señor; andaba él solo perfectamente. Lo llevaba la mujer de la mano. ¿Tendría cuatro años? Por ahí... por ahí... Mario se alzó agitado y preguntó con anheló: ¿Qué traje llevaba?
¿Se ha lastimado usted? preguntó Cecilia con interés. ¡Ca! No, señora... al contrario... ¡Caramba, por un poco la rompo! Y se retiró cada vez más confuso. Hallábase nuestro mancebo en aquel punto y sazón en que los hombres se enamoran de una escoba. La edad del amor se había retrasado para él un poco. Esto suele acontecer en todos aquellos en quienes los músculos tiranizan a los nervios.
¡Ca, hombre! ¡Yo no pido nunca favores! dice magestuosamente Tadeo; los hago, pero desinteresadamente. El novato se muerde los labios, se queda más pequeño y pone una respetuosa distancia entre él y su compoblano.
VERÓNICA. ¡Oh, qué bestia eres! ¿Acaso no ves? ¿Acaso no me reconoces? ¡Oh, querido mío! Hace treinta años que te espero. ¡Aduéñate! PABLO EMILIO. ¿De qué? VERÓNICA. ¡Pues de mí! ¡Soy tuya! ¡Dios mío, qué bestia eres! PABLO EMILIO. ¡Pero ésta no es ella! VERÓNICA. Sí, soy ella. PABLO EMILIO. ¡Ca! VERÓNICA.¡Sí! PABLO EMILIO. ¿Vos? ¿Vos sois la que?...
Como el terror francés, el terror argentino salió de las circunstancias precedentes, continuándolas en diferente forma y medida. "No se suprime sino lo que se reemplaza"; y cuando se reemplaza con otra cosa de la misma especie, en diferente grado, "plus ça change, plus c'est la même chose".
Palabra del Dia
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