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¡Qué poca memoria tienes! dice ella tratando de bromear. El domingo próximo es la fiesta de los tiradores. ¡Ah!... , es verdad. ¿No te alegra la idea de bailar conmigo? . ¿Mucho?... Di, ¿mucho? Mucho. Una sonrisa infantil anima su rostro pálido y abatido; sus dedos arrugan los encajes y los pedazos de tul; se deleita tocando ese tejido blanco y tenue.

Su poseedor era un gringo que vivía en Asunción sin más objeto que estudiar los animales y las plantas del país; un doctor alemán, gordo, rubicundo, de gafas doradas, muy amigo de bromear con las gentes simples del campo, para sonsacarles noticias.

Por otra parte, tampoco Miguel era de natural melancólico, como ya sabemos; Julia y él se entendían admirablemente para bromear, reír, bailar y hasta brincar por la casa. Y como la alegría es contagiosa, algunas veces, muy pocas, también la brigadiera participaba de ella y sonreía a sus juegos.

Y no era posible explicarse más, porque la tertulia se enzarzó y vinieron otros amigos que empezaron a reír y a bromear, tomándole el pelo a Federico Ruiz con aquello de los castillos y preguntándole con seriedad si los había estudiado todos sin que se le escapase alguno en la cuenta. Después la conversación recayó en la política.

Sólo que yo no puedo ver esa cara tan frescota y tan risueña sin rendirme. M. Fayolle sonrió abriendo la boca hasta las orejas, dejando ver unos dientes grandes y amarillos. La cara es el especo del alma, señor duque. Puede tener confiansa en mi, que no le daré nada que no sea superior. ¿Es que Polión ha salido malo? Medianejo. ¡Vamos, tiene gana de bromear!

He rogado a mi padre que me preste unos cuantos libros de literatura y de historia; cuando esté acostumbrada a los asuntos que son el objeto habitual de la conversación, acaso mi inteligencia será más flexible y más despierta y pareceré menos tonta. Todas las personas que me rodean saben reír y bromear y como yo no , debo de parecer terriblemente fastidiosa.

En cuanto llegaron y le dieron cuenta de las condiciones convenidas quedó repentinamente tranquilo y satisfecho. Se puso a charlar y bromear con sus amigos con una alegría y serenidad que éstos admiraron. Poco después se despidió no sin haber convenido con sus testigos la hora y el sitio en que debían verse.

Yo no me atrevía á bromear contigo sobre sus pretensiones como lo hacía sobre las de otros, y seguro de la impunidad, ya no se contuvo y me aseguró que por un medio ó por otro me obtendría. Le respondí de un modo que debió hacerle mucho daño, porque por primera vez le palidecer y descomponerse.

Manolito Dávalos descansaba, en efecto, en actitud sombría y melancólica, sin que le hubiesen impulsado a levantar la cabeza los dichos de su amigo. Al oirse nombrar la alzó con sorpresa y mal humor. Si te encontrases en mi posición, qué poca gana tendrías de bromear, Rafael! dijo exhalando un suspiro.

Jamás he robado ni la punta de un alfiler, ni he dicho más mentiras que alguna que otra para bromear. De los palos que le daba a mi mujer hace treinta años, me arrepiento, aunque creo que bien dados estuvieron, porque era más mala que las churras, y con un genio más picón que un alacrán.