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Actualizado: 17 de junio de 2025
El fondo del teatro en que se representa esta escena, se cierra después de lo expuesto, y se ve llegar una tropa de pastores en la forma en que se reunen por la noche, después de sus trabajos, á bromear y solazarse con juegos campestres; distínguese entre ellos la labradora Mofina Méndez, por su vivacidad y por su ingenio: divierte á los pastores con sus trovas y cánticos, durmiéndose todos después de recrearse largo tiempo de la manera indicada.
Como empezaba á clarear y viera á su abuelo sentado en un rincon, siguiendo con los ojos todos sus movimientos cogió su tampipi de ropas, se acercó sonriendo á besarle la mano. El viejo la bendijo sin decir una palabra. Ella quiso bromear. Cuando el padre vuelva le direis que al fin me he ido al colegio: mi ama habla español. Es el colegio más barato que se puede encontrar.
¿Y el capitán? Quien le viera en aquel día moverse de un lado á otro como si estuviese atacado de la tarántula, reir, beber y bromear, apenas pudiera reconocerle. Parecía cosa de magia la trasformación que en poco más de dos meses se había operado en aquel caballero. Estaba tan alegre que abrazaba, á cuantos venían á felicitarle, sin exceptuar el ingeniero de Madrid y el químico belga.
Pepe, por evitar que la cosa pasase adelante, trató de bromear, diciendo: Vaya, hombre, cálmate; otro día puede que entren en Estella o que asomen por Chamberí.
Para hacerse perdonar su falta de conducta, la francesa era complaciente con Augusto, y le permitía entrar en su taller a todas horas y bromear con las oficialas. Al ver a Miquis, Isidora se turbó un momento. Después se echó a reír. «¿Te asombra de verme vestida de baile? le dijo . Sé que me has de reñir; pero, vamos, sé franco. ¿Estoy bien así, sí o no?».
Sin embargo, noté que el dueño de la casa estaba preocupado y silencioso, y cuando se hubieron despedido todos los demás y quedádonos solos con él Federly y yo, empecé a bromear a Beltrán, hasta que exclamó, dejándose caer en el sofá: ¡Pues nada, que tienes tú razón y estoy enamorado, perdidamente enamorado! Así escribirás mejores versos le dije por vía de consuelo.
Mi costumbre de no bromear nunca, me obliga a confesar que soy tonto. No sé lo que sucede... Pero, amigo, ¿qué; no sabe usted que su patrón ha quebrado? me preguntó. ¿Quebrado? ¡No puede ser, imposible! ¿Quién se lo ha dicho? ¡Pero si es voz pública! me replicó don Benito, no se habla de otra cosa en la ciudad.
Después de bromear largo rato, sin dignarse mirar a su linda enemiga, pero con el pensamiento fijo en ella, atraído por el desaire pasado como por un imán, y buscando el desquite como el jugador que ha perdido, se puso de improviso otra vez frente a ella y la invitó de nuevo. El mismo resultado. Rosa dio la vuelta y se puso a bailar con otra amiga.
Llenose de ellos los bolsillos, y es más que probable que dejara caer alguno, que no faltó quien recogiera, porque por la noche, en el teatro, oyó a algunos jóvenes autores y abonados de la orquesta bromear y reírse de una carta que acababan de encontrar y que circulaba de mano en mano.
Un día le dijo don Laureano: «¿Sabe usted que una de las vecinitas, la más gruesa, no le mira a usted con malos ojos?» Lo dijo por bromear; pero bastó para que nuestro joven fijase su atención en ella, la fuese hallando cada día más bonita, aunque en opinión de todos no fuese más que pasable, se interesase un poco y concluyese por enamorarse perdidamente. Mario no había conocido a su madre.
Palabra del Dia
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