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La fauna entomológica, ó sea la clase de los insectos, cuenta con una representación brillantísima en el Archipiélago, existiendo en él especies correspondientes á los diez órdenes en que se dividen: coleópteros, ortópteros, neurópteros, himenópteros, cepidópteros, hemípteros, dípteros, repípteros, parásitos y tesameros.

Porque lejos de ser este matrimonio, como tantos otros de su clase, la pareja de perros que se esfuerzan por andar tan apartados como permite la traílla harto elástica que los une, veíaseles, por el contrario, siempre juntos en todas partes, abrumando él a ella con cariñosas atenciones, correspondiente ella a él con monadas de niña tímida, de candorosa colegiala cuyo encantador enfantillage, sobrepuesto a su desvergonzado cinismo, traía a la imaginación el extraño fantasma de un caribe bebiendo en delicadísima copita de cristal de Bohemia, poquito a poco y sorbo a sorbito, espumante sangre caliente; de un antropófago que con tenedor y cuchillo de brillantísima plata se comiese con la mayor pulcritud posible un beefsteak de carne humana.

No seré yo quien clasifique y coloque entre las medianías ó entre los genios á muchísimos Padres de la Compañía de Jesús; pero me atrevo á asegurar que, durante los tres siglos XVI, XVII y XVIII, hasta después de su extinción bajo el pontificado de Clemente XIV, figura en ella una brillantísima serie de varones admirables por la acción, como predicadores, viajeros, mártires heróicos y exploradores atrevidos de países incógnitos y bárbaros, y una lucidísima cohorte de hombres eminentes en ciencias y en letras, descollando entre ellos muchísimos españoles, por lo cual, estando España hoy tan decaída, no goza acaso el nombre de ellos de toda la fama y el alto aplauso que merecen.

Pasado este incidente, advertido sólo por el vizconde de Goivoformoso y por los tres actores principales, empezó y transcurrió una época brillantísima para el hotel de los señores de Figueredo y famosa en los anales de la high life fluminense. Banquetes, animadas tertulias, bailes, lucidas cabalgatas y hasta giras de campo se sucedían con corta interrupción.

Pero sin aludir á él directamente, supo pronunciar una brillantísima oración encaminada á persuadirla de que todo aquello «era conversación de Puerta de Tierra», y que el único hombre que la convenía, á pesar de sus defectos, era Velázquez, porque tenía buena entraña y la quería y porque con él se había perdido, y porque la mujer de vergüenza no debe ser más que de un hombre en su vida.

Con la presencia en Melinda de nuestras dos damas, la corte estaba brillantísima: las fiestas y diversiones se sucedían sin tregua: cacerías, banquetes, cabalgatas, simulacros de batallas, o algo a modo de bárbaros torneos, todo se sucedía con grande lujo y no menores gastos. El pueblo, negro y tacaño, se hartó de tanta magnificencia y halló que le costaba muy cara.

Jacobo, aburrido de aquella charla insustancial y mujeriega, estuvo por decir que le parecía mejor la punta de un cuerno, y el tío Frasquito, viendo que no contestaba, se apresuró a añadir: Yo creo que en el Rreal... En la Óperra se hizo la de Parrís, cuando los inundados de Szegedin, y estuvo brillantísima... Perro, francamente, le temo a Diógenes, que se colocarrá allí, de seguro... le temo, le temo; te digo que le temo.

La fatiga del paseo y de la escalera le duraba aún cuando vio entrar al más simpático de los doctores, Moreno Rubio, despidiendo tufo de alegría, como un preservativo contra las tristezas de la medicina. Médico de gran saber y aplicación, había alcanzado mucha fama y tenía una clientela brillantísima.

Las narraciones tradicionales de los antiguos, acerca de Semíramis , se aprovechan en las dos partes de esta tragedia con sumo ingenio, trazando una obra brillantísima, que nos arrebata tanto por su soberbio colorido, cuanto nos admira por el arte magistral, con que están dispuestas las grandes masas de esta composición, tan exuberante en riqueza, y formando un conjunto acabado y harmónico en sus diversas partes.

Pues no lo . Y decía verdad, porque la incertidumbre que me dominaba lo abarcaba todo, desde la elección de una carrera, que ella, deseaba que fuese brillantísima, hasta el empleo de una gran parte de mis afanes ardorosos, en algo que ignoraba. Estaba convencido que Magdalena iría primero a establecerse en Nièvres y luego volvería a París para acabar allí el invierno.