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Actualizado: 4 de julio de 2025
Con esta licencia, se acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre su jumento, y, sacando de las alforjas lo que en ellas había puesto, iba caminando y comiendo detrás de su amo muy de su espacio, y de cuando en cuando empinaba la bota, con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga.
Dos, señora, dos dijo Plácido corroborando con igual número de dedos muy estirados lo que la voz denunciaba . No les pude ver las estampas. Eran de estas de mantón pardo, delantal azul, buena bota y pañuelo a la cabeza... en fin, un par de reses muy bravas. A la semana siguiente, otra delación: «Señora, señora...». ¿Qué?
Y date prisa, antes que esa panza se ponga esférica, y ese cabello.... ¡Ay! ¡Y cómo pasa el tiempo! Envejecemos que es un dolor. Miranda contemplaba la punta de su elegante bota de caña clara, y rascábase la frente cavilando. Medio de presentarme en esa casa pronunció al cabo resueltamente . Son personas de poco trato, y es preciso... yo no voy a pasearle la calle a la mocosa, supongo.
Vusotros, el relós de plata; vusotros, la bota fina; vusotros, el camisolín de plegues; vusotros, la cachucha de rasolís.... Pus ya, retiña, por poco más, echarvos el bastón y la casaca, y dirvos al Suizo con los señores del Muelle, á tomar chocolate con esponjao y leer los boletines de arriba.... Las rentas no han de faltarvos pa sostener el señorío, porque ya tenéis una ración de hambre y otra de necesidá.... ¡Retiña con la piojera de tres gavias!
Así es que, cuando colocó su estrecha bota en la rueda para apearse, ni siquiera echó una mirada hacia la portezuela donde revoloteaba un velo verde; sino que haraganeó de arriba abajo con aquella indiferencia negligente y de buen tono, que es acaso la característica de los de su clase.
CHIRIMÍA. No, señor, ni amar a mil; porque tú tienes criado que en un mismo tiempo ha amado un salchichón, un pernil y una bota de hipocrás, dos de Candia, cuatro griegas, treinta fregonas gallegas y trescientas cosas más, que es socorro y estribillo de poetas de repente.»
Iban en traje de marcha y con todos los arreos de campaña: bota al cinto, ros enfundado, manta liada al cuerpo, y a la espalda morralillo, en cuya blanca tela destacaba limpia y bruñida la tartera para el rancho: en los pies alpargatas, levantada en el empeine la polaina para facilitar el paso, y recogidas en el correaje las puntas del capote, dejando ver los pantalones rojos, que se movían acompasadamente por filas como miembros de una máquina viva.
«Por tanto, decretamos que sean abolidas entre los fieles las fiestas llamadas Calendas, y las llamadas Bota, y la que se celebra el día 1.º de marzo.
¡Ea! ya está sentado el sabio; ya sopla el polvo de la mesa y coloca el sombrero sobre ella; ya se saca a medias una bota que le oprime mortalmente los sabañones; ya tose y se arranca la flema de la garganta; ya trae el libro hacia sí, ya mira con curiosidad el sello de la Academia estampado en la primera página; ya empieza a leer.
Buena bota»... Pensando esto, advirtió que la muchacha sacaba del mantón una mano con mitón encarnado y que se la llevaba a la boca. La confianza se desbordaba del pecho del joven Santa Cruz, y no pudo menos de decir: ¿Qué come usted, criatura? ¿No lo ve usted? replicó mostrándoselo Un huevo. ¡Un huevo crudo!
Palabra del Dia
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