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Actualizado: 10 de junio de 2025
Sus bigotes cerdosos, unidos a las patillas, son ya más blancos que negros. Viste zamarra negra y cubre su cabeza una gran boina roja cuya borla cae arremolinada, unas veces sobre las orejas, otras sobre las narices, según los movimientos que imprime a su torso de ogro. Hace largo rato que guardan silencio.
Vestido como un mandarin, con gorra de borla azul, se paseaba el chino Quiroga de un aposento á otro, tieso y derecho no sin lanzar acá y allá miradas vigilantes como para asegurarse de que nadie se apoderaba de nada.
Los dueños de la casa en que ambos amigos se habían hospedado le ofrecieron una boina blanca, también de borla, ancha, redonda, con aro de madera para sostener la forma de plato. Púsosela el cura historiador, mirose al espejo, echose a reír, y dijo que no se la había de quitar más, pues le caía que ni pintada.
Llevaba en la cabeza un gorro cuadrangular con dorada borla, igual al de los doctores de las universidades inglesas y norteamericanas. El rostro carilleno y lampiño estaba encuadrado por unas melenillas negras y cortas. Los ojos tenían el resguardo de unos cristales con armazón de concha.
Créame V., tío: desde Vicente Espinel hasta nuestra edad, Ronda no ha producido más ingenioso poeta que nuestro amigo D. Carlos de Atienza, ilustre mayorazgo de la mencionada ciudad, el cual vive en Sevilla con sus padres, trata de tomar en aquella Universidad la borla de doctor en ambos Derechos, y ahora descuida bastante los estudios por seguir á Clori, que, desde Sevilla, se ha venido aquí de asiento con su familia, á quien V. sin duda conoce.
Argensola iba de calle en calle siguiendo el revuelo del pájaro enemigo, queriendo adivinar dónde caían sus proyectiles, deseando ser de los primeros que llegasen frente á la casa bombardeada, enardecido por las descargas que contestaban desde abajo. ¡No disponer él de una carabina como los ingleses vestidos de kaki ó aquellos belgas con gorra de cuartel y una borla sobre la frente!... Al fin, el taube, cansado de hacer evoluciones, desaparecía. «Hasta mañana pensaba el español . El de mañana tal vez sea más interesante.»
Llevaba una boina grande de gascón con una borla. ¿Quién ha traído esto? preguntó el general con voz fuerte. Yo dijo Martín. ¿Sabe usted lo que venía aquí dentro? No, señor. ¿Quién le ha dado a usted estos sobres? El señor Levi-Alvarez de Bayona. ¿Cómo ha venido usted hasta aquí? He ido de San Juan de Luz a Zumaya en barco, de Zumaya aquí a caballo.
Ni huellas del traje clásico de los días de fiesta de los castizos mareantes: la ceñida chaqueta y los pantalones y la boina de paño azul obscuro, ésta con profusa borla de cordoncillo de seda negra; corbata, negra también, y también de seda, anudada sobre el pecho y medio cubierta por el ancho cuello doblado de una camisa sin planchar; zapato casi bajo, y media de color.
El marino sintió la inquietud nerviosa que infunde una situación ridícula. Ferragut, pague y vámonos dijo ella, adivinando su estado. Mientras Ulises daba dinero á los camareros y los músicos, ella se limpió los ojos y reparó los estragos de su fisonomía sacando del bolso de oro la borla de polvos y un pequeño espejo, en cuyo óvalo se contempló largamente.
Una bella noche de luna paseábamos por las calles, fragantes de primavera. Fantomas exhaló un sollozo romántico: ¡Qué noche tan hermosa para robar! Lo del maillot y el gorro con borla es una invención de la fantasía folletinesca de la policía. Yo no robo en traje de etiqueta y zapato de charol.
Palabra del Dia
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