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Actualizado: 24 de junio de 2025


Todavía mejor se aprecian determinados detalles en la pintura y en la escultura siendo de enumerar entre las obras que la Comisión ha visto, un cuadro existente en la sacristía de la iglesia de Zumaya, porque representa combate naval entre naos castellanas y portuguesas firmado, el año 1495, y los bellísimos relieves de la parroquia de San Nicolás de Burgos, en que con delicadeza incomparable se han esculpido naos azotadas por la tempestad, partidas las jarcias, deshechas las velas, atribulada la gente en espera de inmediato siniestro .

Llevaba una boina grande de gascón con una borla. ¿Quién ha traído esto? preguntó el general con voz fuerte. Yo dijo Martín. ¿Sabe usted lo que venía aquí dentro? No, señor. ¿Quién le ha dado a usted estos sobres? El señor Levi-Alvarez de Bayona. ¿Cómo ha venido usted hasta aquí? He ido de San Juan de Luz a Zumaya en barco, de Zumaya aquí a caballo.

Entre éstos distinguió Martín los dos jacos en cuyos lomos fueron desde Zumaya hasta Estella. El coche, un landó viejo y destartalado, tenía un cristal y uno de los faroles atado con una cuerda. Bajó las escaleras Martín embozado en la capa, abrió la portezuela del coche, y dijo a Bautista: Al convento de Recoletas. Bautista, sin replicar, se dirigió hacia el sitio indicado.

Á ellas hacen sin duda alusión las palabras del Almirante: la de atavío debe referirse á las pavesadas de paño colorado que ponían los bajeles de la época en las bordas y alrededor de la gata ó cofa, en fiestas y combates, según se ve en varias pinturas, singularmente en una de la iglesia de Zumaya, en que se representa combate de naos castellanas y portuguesas .

Bautista y Zalacaín pasaron la travesía metidos en un camarote pequeño dando tumbos. Al amanecer, el piloto vió hacia el cabo de Machichaco un barco que le pareció de guerra, y forzando la marcha entró en Zumaya. Varias compañías carlistas salieron al puerto dispuestas a comenzar el fuego, pero cuando reconocieron el barco francés se tranquilizaron.

En algún momento se abría una abertura y salía un haz de rayos que llenaba el mar de reflejos de color de rosa y morados, reflejos que no llegaban al interior de las olas, porque éstas presentaban su hueco en sombra de un tono azul verdoso muy pronunciado. A la altura de Zumaya se ocultó definitivamente el sol, tiñendo de rojo las ganas, y la obscuridad se precipitó sobre el mar.

Dejaron esta cuestión y hablaron del recorrido que tenían que hacer. Este comenzaría yendo en el vaporcito la Fleche a Zumaya y siguiendo de aquí a Azpeitia, de Azpeitia a Tolosa y de Tolosa a Estella.

Palabra del Dia

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