Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 2 de junio de 2025
Era una mujer muy suave y bondadosa que buscaba por temperamento todos los elementos más tristes y más serios de la vida para nutrir su espíritu, era la persona en quien se pensaba en Raveloe cada vez que había un enfermo o un muerto en una familia, cuando había que aplicar sanguijuelas y que no se podía conseguir una enfermera.
Ebn Adzarí el de Marruecos, Historia de Almagreb, pág.ª 249 y 253, cuya traduccion, nunca hasta hoy publicada, debemos, como queda arriba dicho, á la bondadosa amistad del Sr. Gayangos. Ha de entenderse de la servidumbre de palacio, que tenia obligacion de asistir á la azala de mediodia en la Aljama por ser el templo mas próximo.
Esta bondadosa disposición de las ayudantes subió de punto cuando la directora, que no tenía hijos, y era aun una muy bella mujer, dio muestras de aficionarse tan especialmente a Leonor, que algunas tardes la dejaba a comer a su mesa, enviándola luego a doña Andrea con un afectuoso recado; y un domingo la sacó a pasear en su carruaje, complaciéndose visiblemente aquel día en responder con su mejor sonrisa a todos los saludos.
Y misia Casilda, tan bondadosa y tranquila siempre, una malva, según la expresión de sus amigos, honroso calificativo de que rara vez es merecedora una solterona, no podía estarse quieta, porque aquel tema de los Esteven la sacaba de sus casillas; movía los vasos, cambiaba los platos, con movimientos nerviosos, sin fijarse donde colocaba los objetos, hablando a borbotones.
Al calor maternal de aquella bondadosa señora, su corazón de hielo se había derretido. La esencia divina del amor penetró donde, hasta entonces, sólo había entrado la esencia de Satanás. Fué un verdadero milagro.
A bordo toda la tripulación estaba encantada de la bondadosa amenidad de donna Olimpia y más aún del regocijo de Teletusa, de sus danzas y cantares y hasta de sus frutas de sartén, hechas a veces con tal abundancia que había para que todos comieran.
Las líneas suaves de su rostro ovalado, la pureza de su perfil acusaban alma sencilla y bondadosa; pero en el mirar fijo de sus ojos profundos había señales evidentes de un carácter pertinaz. No eran duros aquellos ojos, pero les faltaba poco. Un caballero subió rápidamente las escaleras y entró en la tienda.
¡Macha! gritó a su mujer. Acudió inmediatamente. Su faz era redonda y bondadosa; su cabello, descuidado, tenía un color impreciso. Llevaba en la mano un traje de niño, que ella confeccionaba. Bueno, ¿vas a comer? Voy a decir que calienten la comida; todo está frío. No, espera... Tengo que hablarte. Macha manifestó inquietud; puso sobre la mesa su labor y miró fijamente a su esposo.
Pepe concluyó por sufrir con paciencia aquel tono entre cínico y burlón de su querida. A fuerza de charlar logró hacerlo desaparecer. Clementina, cuando estaba tranquila, era afectuosa, alegre, pronta a compadecerse y a los rasgos de generosidad; su rostro, tan bello como original, no adquiría nunca dulzura, pero sí una expresión bondadosa y maternal que lo hacía muy simpático.
Fermín le encontraba casi igual que la última vez que le vio, antes de marchar él a Londres para perfeccionar sus estudios de inglés. Era el don Fernando que había conocido en su adolescencia; igual voz paternal y suave, la misma sonrisa bondadosa; los ojos claros y serenos, lacrimosos por la debilidad, brillando tras unas gafas ligeramente azuladas.
Palabra del Dia
Otros Mirando