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Actualizado: 19 de junio de 2025


Extraño sería que de tal reunión de bizarros caballeros no resultasen notables hechos de armas. Aquí está nuestra lancha, Butrón, y si es vuestro parecer iremos directamente á la abadía con nuestros escuderos, dejando á maese Golvín al cuidado de armas y bagajes y de su desembarque.

Os agradezco en el alma vuestra solicitud, pero queréis que mis escuderos me traten más bien como viejo achacoso que como soldado aguerrido. ¿Y qué dices, Roger? ¿Por qué tan pálido? ¿No te alegra el corazón, como á , el ver las cinco rosas sirviendo de enseña á tan bizarros soldados?

Por la mañana salieron de Estrelsau numerosas personas de mi servidumbre, con caballos y equipaje, y nosotros los seguimos a mediodía, yendo buena parte del camino por tren y haciendo después la jornada a caballo hasta la posesión de Tarlein. Me acompañaban diez bizarros caballeros, además de Sarto y Tarlein, cuidadosamente elegidos todos ellos y ciegamente adictos al Rey.

Llegaron también de los postreros dos bravos y bizarros mozos, de bigotes largos, sombreros de grande falda, cuellos a la valona, medias de color, ligas de gran balumba, espadas de más de marca, sendos pistoletes cada uno en lugar de dagas, y sus broqueles pendientes de la pretina; los cuales, así como entraron, pusieron los ojos de través en Rincón y Cortado, a modo de que los extrañaban y no conocían.

Entre estos iba en clase de mayor general de la expedicion el venezolano Rafaél Urdaneta, el valiente jóven José Félix Ribas y el comandante Atanasio Giraldot, asi como tambien el capitan Luciano D'Eluyar. Estos últimos eran dos bizarros granadinos. En Cúcuta quedaron Joaquin Ricaurte, segundo jefe del ejército, Francisco de Paula Santander y algunos otros.

Esta sintetiza la no interrumpida epopeya que coronó de inmarcesibles lauros al Ejército y la Marina, al sostener aquella heróica lucha de siglos contra fiero enemigo, cuyo valor indomable les dió si, justo renombre, pero que también fué ocasión á que el honor preclaro de las armas españolas alcanzara en la Oceanía, por sus hechos, la misma fama que inmortalizó á los bizarros tercios de Flandes.

Además, un mozo de mulas que viajaba con esa gente dijo el clérigo me aseguró que la hermosa morisca, valiéndose de un bebedizo diabólico, había logrado hechizar a uno de los mancebos más bizarros y piadosos de de ciudad tan cristiana, haciéndole renegar en poco tiempo de la fe de Nuestro Señor Jesucristo y entrar en la conjura.

El doctor había sido ministro en su país, y esto bastó para que el hombre de mar, inclinándose sobre sus piernas cortas con una galantería versallesca, ofreciese su brazo a la matrona argentina. Tras de ellos se formó la fila de parejas, escogiéndose unos a otros según anteriores preferencias o al azar de la proximidad con bizarros contrastes que provocaban risas y gritos.

Baste recordar muy resumidamente que Tamayo de Vargas ponderó su donaire; y don Fernando de Vera y Mendoza le llamó «el Rey de Romanos»; y Pérez de Montalván encareció los «pensamientos sutiles, arrojamientos poéticos y versos excelentísimos y bizarros» de sus comedias; y Salas Barbadillo afirmó que «en el Parnaso no se conocen otras salinas sino las de su felicissimo ingenio»....

Y volviéndose á punto á los bizarros, que en su socorro desalados llegan, Sin su valor les dice en este dia de Rey quedára mi Granada huérfana. La vida le debí: llegárais tarde si ántes él no acudiera á mi defensa.

Palabra del Dia

rigoleto

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