Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 26 de noviembre de 2025
Mensajero, corre y ve, corre y ve presto y artero, y de ausente caballero llévale a su amor el billete más sincero. No está lejos, muy más fiel, muy más fiel a tus consejos: Busca ansioso los reflejos de un clavel que dejó entre búcaros y espejos.
En una de las paradas, al final de un trayecto del tranvía, Krilov debía descender; pero la muchacha no lo hizo, y él le dijo en voz alta al conductor: Deme usted un billete hasta la parada próxima.
Excúsenme, señoras dijo con el tono breve y melodioso que caracteriza el acento de la gente del país ¿me harían el placer de leerme esto? y sacó de su corpiño una carta plegada á la antigua. Lea usted, señor me dijo sonriendo la señora de Laroque y alto si es posible. Tomé la carta, que era un billete de amor.
El talabartero protestaba. ¡Por vida de...! El tenía el propósito de asistir a la corrida; había salido del hotel para comprar un billete, y ahora Carmen le aguaba la fiesta con su empeño de ir a la plaza. Pero ¿qué vas a hacé allí, criatura? ¿Qué vas a remediá con tu presensia?... Figúrate, si Juaniyo yega a verte.
Tomé en el acto mi billete e hice transportar a bordo mi equipaje, felicitándome de tener el tiempo suficiente para ir a una de las próximas estaciones del canal y poder apreciar por mis ojos la marcha de las obras y el porvenir de la empresa. Pagué mi cuenta al infame mulatillo, y cuando me encontré a bordo, en un vapor pequeño e incómodo, creí que entraba solemnemente en el paraíso.
Cuidando de la buena reputación del clero, tuve intenciones de hacerla desaparecer; pero ya Arturo se había apoderado del billete, y al ver yo su turbación, creí un instante, Dios me perdone tan mal pensamiento, que monseñor y su sobrino habían sido rivales, ignorándolo ambos. ¡Pobre niña!... ¡Pobre niña! exclamó Arturo. ¡Qué nobleza, qué generosidad, qué tesoro poseía en ella!
Por eso, naturalmente, nos hemos atrasado tanto, y lo poco que se apaña se lo birla el casero. Ido, desde que se dijo aquello del billete perdido, no volvió a levantar los ojos de su trabajo. Aquel descuido que tuvo le avergonzaba como si hubiera sido un delito.
Pensaba, pues, que la paloma, paraninfo del amor, que por tan raro caso puso en mis manos el billete, podría haber hecho vuelo para otro amante, y que yo, desgraciadamente afortunado, habría interceptado el inocente correo y sorprendido un secreto tan amorosamente interesante.
Fue sólo aquella noche cuando Pedro le preguntó si había leído el billete que de Elisa él le trajera, que Beatriz advirtió la turbación y el desconcertado continente del marqués. ¿Ha ido usted hoy a casa de la señora de Aymaret? le preguntó la señorita de Sardonne. Sí... y aun hemos tenido una conversación muy larga... y muy interesante. ¡Ah! exclamó aquélla , ¿y sobre qué? Acerca de usted misma.
Sí, por la asignación de Amparo, la interrumpí. Eso es. Abrí mi cartera y la di un billete de quinientos reales. No puedo devolver a usted lo que sobra, me dijo. Lo mismo es, la contesté. ¡Ah! ¡es usted muy generoso! Gracias en su nombre; que usted lo pase bien. Y se iba. Espere usted, la dije: tenemos que hablar.
Palabra del Dia
Otros Mirando