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Actualizado: 4 de julio de 2025


35 Solamente tomamos para nosotros las bestias, y los despojos de las ciudades que habíamos tomado. 36 Desde Aroer, que [está] junto a la ribera del arroyo de Arnón, y la ciudad que [está] en el arroyo, hasta Galaad, no hubo ciudad que escapase de nosotros; todas las entregó el SE

Los pesados racimos de bestias muertas que el señor Manolo sostenía en sus manos eran los únicos testimonios de la realidad de la aventura. Toca, Isidro decía el capataz riendo . ¡Qué famosa cachuela vamos a comernos!... El joven, pensando en los guardas, sentía ahora un miedo mayor que el que había experimentado al otro lado de las tapias.

Hemos sido unos brutos, y ahora, en justo castigo, nos quedamos en la miseria, y muchas gracias si en alguna tienda nos quieren admitir de bestias de carga. Y Cuadros, furioso, iba de un extremo a otro del salón manoteando, gozándose cruelmente en pintar a su discípulo toda la grandeza de su ruina.

Poco trecho se había alongado don Quijote del lugar de don Diego, cuando encontró con dos como clérigos o como estudiantes y con dos labradores que sobre cuatro bestias asnales venían caballeros.

No es fácil de explicar cuanto trabajase el buen P. Misionero con otro compañero Jesuita, en instruir en los principios de la ley divina á gente que parecía no tener ni aun el primer instinto de la naturaleza, ni de qué medios de caridad y de celo se valieron para hacerlos, de bestias, racionales, y de racionales, cristianos.

Y ansí pasamos adelante por el mismo portal y llegamos a un mesón, a la puerta del cual había muchos cuernos en la pared, donde ataban los recueros sus bestias.

25 Y estableceré con ellos pacto de paz, y haré cesar de la tierra las malas bestias; y habitarán en el desierto seguramente, y dormirán en los bosques. 26 Y daré a ellas, y a los alrededores de mi collado, bendición; y haré descender la lluvia en su tiempo, lluvias de bendición serán.

Celipín, por amor de Dios, piensa bien lo que dices. No lo puedo remediar. Ya ves cómo nos tienen aquí. ¡Córcholis! No somos gente, sino animales. Nada, nada, no somos más que bestias que ganamos un jornal.... ¿Pero no me dices nada? La Nela no respondió... Quizás comparaba la triste condición de su compañero con la suya propia, hallando esta infinitamente más aflictiva.

Millares de hombres sufrían el tormento del hambre, víctimas del jornal, por no tener campos que cultivar; y la tierra reservábase para las bestias, en los alrededores de una ciudad civilizada.

Ninguna le gustaba. ¡Ay, pobre Morrut! ¡Cuán difícil era encontrarle un sucesor! De no verse acosado por la necesidad, se hubiera ido sin comprar; creía ofender al difunto fijando su atención en aquellas bestias antipáticas.

Palabra del Dia

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