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Actualizado: 10 de junio de 2025


Nos metimos en la despensa y llevamos a nuestra cámara provisiones para quince días, dos barriles de vino y de ron, embutidos, carne seca, galletas; luego entramos en el pañol del pan y lo dejamos casi vacío. Arraitz, que estaba de guardia, nos avisó que la gente comenzaba a ir y venir por la cubierta. Vamos ya dijo el teniente. ¿Cerramos la despensa? le pregunté yo. No. ¿Para qué?

Voy a ordenar que se enciendan todos los fuegos, que arda el alquitrán en los barriles; vamos a esperar toda la noche al novio retrasado, sin pegar los ojos en nuestro éxtasis amoroso y nuestra sumisión canina. ELSA. Perdóname, padre. EL CONDE. , seremos dóciles como perros; de otra suerte, el emperador podrá enfadarse con nosotros.

Al punto los compañeros de oficio echan mano á los barriles de agua que tienen listos en derredor, y cada cual lanza sobre el infeliz postulante un torrente que lo emparama y entumece.

Van-Stael, pálido por la emoción, con la frente arrugada, dirigía por todas partes miradas de desesperación, tratando en vano de descubrir la avería. Y bien, tío dijo Cornelio ; ¿podremos todavía salvar el barco? ¡Imposible! respondió Van-Stael, haciendo un gesto de rabia . ¡Es demasiado tarde! Tenemos una bomba a bordo. ¡Pero si tenemos lo menos doscientos barriles de agua en la bodega!

Figúrese el lector una sala llena de cofres y maletas, provisiones de comer, barriles de escabeche y botellas, repartidas aquí y allí, como suelen verse en las muestras de las lonjas de ultramarinos. ¡Ya se ve! era la intendencia.

Al día siguiente se comenzó a limpiar la cubierta con los lampazos. El capitán mandó retirar todas las botellas y barriles, y prohibió al cocinero que sacara licores sin su consentimiento.

Después de una lucha en que quedaron en el campo varios combatientes, los holandeses, más en número, habían hecho meterse en el castillo de proa a los enemigos. Era el momento oportuno de apoderarse de nuevo del barco. ¿Y los chinos? preguntó Tristán. Los chinos han encontrado los barriles de opio y están en la cubierta borrachos, como muertos la mayoría contestó el contramaestre.

De arriba les echaban trompas y ollas de fuego artificial y barriles de pólvora, con que quemaron muchos, mas no para que se les quitase de cavar.

Toda la gente que allí había quedado se pudiera muy bien entretener con las municiones que quedaban en el castillo, de comer, porque para 2.000 hombres que allí habían de quedar en la fuerza, les quedaba de comer para diez y ocho meses, y dos cisternas de agua, la una con 18.000 barriles y la otra con 13.000, sin palmo y medio que tenía ella de agua cuando se comenzó á hinchir.

El primer barril fué izado y arrojado al agua, y la misma operación continuaron haciendo con los demás barriles y con la arena del lastre. Mientras los cuatro holandeses efectuaban tan penosa maniobra, el chino vigilaba con atención. Era el más joven de los pescadores que embarcaron en el junco, pues sólo tenía diez y ocho o diez y nueve años; pero era uno de los más hábiles y nadaba como un pez.

Palabra del Dia

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