United States or France ? Vote for the TOP Country of the Week !


Empujado por la miseria, había caído allí con su enorme y blanducha mitad como podía haber caído en otra parte. Ayudaba al secretario del pueblo cercano en los trabajos extraordinarios, preparaba con hierbas de él tan sólo conocidas ciertos cocimientos que operaban milagros en las barracas.

7 El nuncio falso de Portugal, de tres ingenios. 8 La dicha por el agravio, de D. Juan Bautista Diamante. 9 El dichoso bandolero, de D. Francisco de Cañizares. 10 El sitio de Betulia, de un ingenio de esta corte. 11 Darlo todo y no dar nada, burlesca, de D. Pedro Francisco Lanini y Sagredo. 12 Las barracas del Grao de Valencia, de tres ingenios. 1 Un bobo hace ciento, de D. Antonio Solís.

Pero hasta allí lo persiguen el bullicio y la música. En las barracas de tiro chocan las flechas de las ballestas; delante de las rifas suena la voz ronca de los rifadores anunciando la jugada; y los caballitos de madera, que giran con ruido ensordecedor, iluminan la obscuridad con su brillo fugitivo. Y, por entre todo eso, ruedan las sombras de la multitud.

De manera que vuestra pureza se acredita mediante la facilidad con que inventáis actos impuros; vuestra religiosidad se cifra en la aptitud maliciosa para imaginar el pecado. ¡Qué grosero materialismo! ¡Qué cabeza tan atormentadas y lúbricas debéis de tener las personas puras y religiosas! Parecerá uno de esos reservados que hay en las barracas de feria, con figuras de cera, para hombres solos.

Tenían sus apasionados, que se encargaban de ocupar el cuarto sitio en la partida, y al llegar la noche, cuando la masa de espectadores se retiraba á sus barracas, quedábanse allí viendo cómo jugaban á la luz de un candil colgado de un chopo, pues Copa era hombre de malas pulgas, incapaz de aguantar la pesada monotonía de esta apuesta, y así que llegaba la hora de dormir cerraba su puerta, dejando en la plazoleta á los jugadores después de renovar su provisión de aguardiente.

Pepeta, apoyada en el lomo de su vaca, les veía avanzar, poseída cada vez de mayor curiosidad. ¿Adonde iría esta pobre gente? El camino aquel, afluyente al de Alboraya, no iba á ninguna parte. Se extinguía á lo lejos, como agotado por las bifurcaciones innumerables de sendas y caminitos que daban entrada á las barracas. Pero su curiosidad tuvo un final inesperado. ¡Virgen Santísima!

Tan preocupado estaba con sus tierras, que apenas si se fijó en la curiosidad de los vecinos. Asomando las inquietas cabezas por entre los cañares ó tendidos sobre el vientre en los ribazos, le contemplaban hombres, chicuelos y hasta mujeres de las inmediatas barracas. Batiste no hacía caso de ellos. Era la curiosidad, la expectación hostil que inspiran siempre los recién llegados.

En las acequias conmovíase la tersa lámina de cristal rojizo con chapuzones que hacían callar á las ranas; sonaba luego un ruidoso batir de alas, é iban deslizándose los ánades lo mismo que galeras de marfil, moviendo cual fantásticas proas sus cuellos de serpiente. La vida, que con la luz inundaba la vega, iba penetrando en el interior de barracas y alquerías.

Es menester dar principio en cada parroquia á la operacion del corte, trazando ante todo un sendero de extraccion, y construyendo una ó muchas barracas en el centro de la seccion que se beneficia, para que los jornaleros dispersos puedan ir depositando en estos sotechados el producto diario de sus faenas, y hacer que se seque allí la cascarilla sin los accidentes de averias ó de completo malogro.

Y tales fueron los gritos de este grupo, que luchando y forcejeando iba de un pilar á otro del emparrado, que empezaron á salir gentes de las vecinas barracas, y llegaron corriendo, en tropel, ansiosas, con la solidaridad fraternal de los que viven en despoblado. Pimentó fué el que se hizo dueño de la escopeta y prudentemente se la llevó á su casa.