Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de octubre de 2025
Un generoso compañero de viaje me suministró cuanto pude necesitar, sin tener ninguna garantía de mi parte, y su excelente familia me favoreció finamente y me abonó para obtener nuevo pasaporte; miéntras que, gracias al telégrafo, un estimable banquero de Madrid me hizo dar los fondos necesarios para volver á París. ¡Pero qué de diligencias y dificultades para lograr el consabido pasaporte!
Aún se acordaban muchos de su fortuna asombrosa como banquero en el Sporting-Club. Era una noche histórica. Además, sabía por Valeria que la duquesa le había hecho un buen regalo. ¡Incomparable duquesa! dijo con entusiasmo el pianista . Siempre gran señora. La pobre, en medio de su desesperación, se acordó de mí. «Tome usted, Spadoni, y que tenga mucha suerte.» Me regaló veinte mil francos.
No, si aseguran que su padre es un banquero riquísimo de la Habana.... Sí, sí, tiene más ingenios que ingenio pronunció Pilar repitiendo un chiste que todo el invierno había rodado por Madrid a propósito de las Amézagas. Ello no cabe duda que los pájaros son un adorno bien extraño.... Yo también tengo uno en un sombrero. Sí, en una toca; pero es diferente.
Demos que para una transgresion está señalada la pena de diez mil reales; dos hombres han incurrido en ella, y ambos tienen de que pagar; pero el uno es opulento banquero, el otro un modesto artesano. El banquero se burla de los diez mil reales, el artesano queda arruinado. ¿Es igual la pena? No por cierto; mas ¿cómo quiere V. remediarlo?
Ahora me dan todas las tardes un buen platao de comida en ca el señor banquero, que vive mismamente de cara a la entrada por la calle de las Huertas, y vivo como una canóniga, gozando de ver cómo se le afila la jeta a la Caporala cuando la muchacha del señor banquero me lleva mi gran cazolón de comestible... En fin: con esto y algo que cae, vivimos, Doña Benina, y puede una chincharse en las ricas.
Usted a un extremo de la casa y yo al otro, y como si nunca nos hubiéramos visto». Cuentan que el banquero pudo haber replicado algo muy contundente para la conciencia de Nica; pero, o no lo respondió, o no lo supo, o su mujer hizo muy poco caso de la réplica; porque el hecho es que la decisión de Nica se cumplió en todas sus partes. Nadie los vio juntos nunca.
El duque de Requena, el célebre banquero que tuvo atentos y admirados durante veinte años a los negociantes españoles y extranjeros, el hombre que había dado tanto que decir al público y a la prensa, pasó muy pronto a ser en el palacio de Osorio un trasto inútil y despreciable.
Vacilaba algunas veces, sentía misteriosos terrores al pensar que su fortuna estaba a merced de un capricho del azar, mas no por esto perdía la confianza, y nada había reservado de su capital para responder a los vencimientos de los pagarés que le había hecho firmar su madre. ¿Para qué tal precaución? No había más que oír a su principal y al poderoso banquero.
A pesar de ser uno de los banqueros más ricos de Madrid, no había querido prescindir del almacén de pieles, y eso que este comercio, comparado con el de letras y efectos públicos que la casa llevaba a cabo, poco le representaba. Calderón era un tipo de banquero distinto de Salabert.
El dinero quedaba a su espalda, sin recibo, sin garantía alguna, resguardado por el espíritu de confianza inquebrantable que circuía la respetable personalidad del banquero caritativo. Al salir los tres, asomaba un nuevo cliente, un hombre de chaqueta y gorra, industrial, que había abandonado un instante su taller para alcanzar una palabra del ídolo.
Palabra del Dia
Otros Mirando