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Actualizado: 2 de junio de 2025


Fui por la tarde a dar las gracias a Genoveva por su amable envío, y mi amiga se arrojó a mis brazos para felicitarme por mi buena suerte, mientras su madre me preguntaba con interés si estaba satisfecha. No pude negarlo, puesto que a mi satisfacción de los primeros momentos se unía otro sentimiento muy comprensible, que era éste; el señor Baltet empezaba a pertenecerme por derecho de conquista.

Esta pregunta fue un poema de amor, de confianza y de admiración y dijo todo el cariño de mi abuela querida y su fe ciega en el porvenir de su nieta. ¡Pobre abuela!... 21 de febrero. El señor Baltet me gusta cada vez más. Ha estado delicioso esta tarde. Cada uno de los objetos que le presentaba la abuela, era motivo para una disertación medio seria, medio jocosa.

El señor Baltet ha descubierto un sarcófago o alguna moneda muy rara, y quiere participárselo a mi madre... Es muy amable ha añadido, dirigiéndome una linda sonrisa. Yo también me he reído... Qué lejos está el señor Baltet de tal asunto de confidencias... Tan lejos como yo... He podido echar la vista encima a Francisca, durante un minuto. Estaba nerviosa, molesta e impresionable en exceso.

Saco la lengua delante del espejo, y la encuentro magnífica... Me tomo el pulso y nada tiene de anormal... ¿Qué es entonces todo esto?... ¿Existe un resfriado moral?... Todo me lleva invariablemente a ese señor Baltet a quien no conozco.

Cuando entré en casa, la abuela, que estaba en el salón, notó en seguida mi alegría y levantó la cabeza tan bruscamente que se le cayeron las gafas a la alfombra. Muy risueña estás, hija mía me dijo con su bondad habitual. ¿Qué hay? Sin tener en cuenta su animosidad por nuestras investigaciones, se lo conté todo y le leí triunfalmente la carta del señor Baltet.

El señor Baltet es un hombre serio, un hombre que no ha vivido... Te aseguro continuó Francisca casi suplicante, que esa clase de hombres no se aficionan más que a... A las bribonas, tienes razón. La palabra era dura, y la sentí inmediatamente, aunque sin desear retirarla. ¡Bien! articuló Francisca, respirando profundamente.

Sin ese airecito reservado y dulce que ha inaugurado, sin duda en obsequio del señor Baltet, se hubiera ganado algunas observaciones de la abuela o de la de Ribert; pero nadie ha dicho nada, en consideración a un esfuerzo tan meritorio. El mismo señor Baltet escuchaba con gusto lo que decía Francisca.

Lo que yo quisiera, a todo esto, es saber si el señor Baltet es rubio o moreno... Me gustaría que se pareciese a mi sueño... 24 de enero. ¡Qué cosa tan singular es una idea fija!...

Era visible que, según ella, acababa de cometer otra tontería. No comprendo esos misterios para una cosa tan sencilla... Pero como ya no podía retroceder di a Francisca la carta del señor Baltet diciéndole sencillamente: De mi alma hermana. Entonces será tan mema como respondió Francisca, y no es poco decir, mi pobre Magdalena... Leyó y releyó la carta como para pesar sus términos.

Palabra del Dia

rigoleto

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