Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 4 de junio de 2025


aluden á Isabel de Francia, primera esposa de Felipe IV, y porque el fruto, que en los mismos se menciona, debe ser, según todas las apariencias, el príncipe D. Baltasar, cuyo nacimiento debía estar próximo, y que, en efecto, ocurrió en octubre de 1629.

Pero al acudir a la entrevista, que era, por más señas, en el terreno neutral del café, Borrén conoció que Baltasar traía alguna extraordinaria nueva. Ya no hay necesidad de concertar planes declaró el teniente con forzada risa . ¿No se lo decía yo a usted? Me destinan allá... a Navarra. La cosa anda mal. ¡Bah!... cuatro bandidos que salen de aquí y de acullá; hombre, partidillas sueltas.

En suma, Baltasar y Amparo se hallaron como dos cuerpos unidos un instante por la afinidad amorosa, separados después por repulsiones invencibles, y que tendían incesantemente a irse cada cual por su lado.

Que en medio del infortunio había tenido al menos el consuelo de advertir que el ilustre Condestable de Castilla, D. Baltasar de Zúñiga, Embajador de España en Francia, y Ángelo Badoer, Nuncio de Venecia, no habían olvidado la manera de conducirse con ellos en este delicado asunto. Por último, que con las manos juntas se confiaba en Dios todopoderoso y en la gracia de su soberano.

No lo quiso así Dios; porque nuestro pariente, cuando supo lo que de mi madre se decía, siguió una y otra noche a don Baltasar, y las dos le vio entrar por un postigo de mi casa ya bien adelante la media noche, y no salir sino a la proximidad del día.

¿Piensa usted ir? le preguntaba Borrén aquella tarde. ¿A qué? ¿A oír lástimas que no puedo remediar? ¡Algo bueno daría por estar ahora en Guipúzcoa! ¡Hombre... pobre chica! Baltasar tomó su café a sorbos, muy pensativo. Calculaba que la avaricia de su madre le exponía, tal vez, a un grave compromiso.

¿Me promete usted casarse conmigo? murmuró la inocentona de la oradora política. ¡, vida mía! exclamó él sin fijarse casi en lo que le preguntaban, pues estaba resuelto a decir amén a todo. Pero Amparo retrocedió. ¡No, no! balbució trémula y espantada . No basta hablar así... ¿me lo jura usted? Baltasar era joven aún y no tenía temple de seductor de oficio.

¡Jesús... pues no faltaba más! contestó la viuda, abochornada como persona a quien ofrecen de mala gana y por fórmula un obsequio que cuesta dinero . Nosotras tenemos que hacer, y nos retiramos. ¡Baltasar! gritó doña Dolores a su hijo, que iba delante con las muchachas . ¡Baltasarito, entra aquí, que vamos a tomar sorbete!...

Entonces Baltasar miró a Borrén fijamente con ojos expresivos, más claros y categóricos que palabra alguna. Hay que decir en abono del confidente universal, que titubeó. Sin alardear de moralista, bien puede un hombre blanco que viste uniforme y peina barbas, encontrar que ciertos papeles son desairados y tontos.

CAPÍTULO XIII. Los autos de D. Pedro Calderón. El pintor de su deshonra. La cena de Baltasar. El divino Orfeo. La vida es sueño. La serpiente de metal. 7 CAPÍTULO XIV. Francisco de Rojas. 43 CAPÍTULO XV. Continuación del examen de las obras dramáticas de Rojas. 73 CAPÍTULO XVI. Agustín Moreto y Cabañas. Sus obras serias. 93 CAPÍTULO XVII. Comedias de Moreto. 123 CAPÍTULO XIX. Matos Fragoso.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando