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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Y, diciendo esto, se sentó en mitad de la sala, en el suelo, molido y quebrantado de tan bailador ejercicio. Hizo don Antonio que le llevasen en peso a su lecho, y el primero que asió dél fue Sancho, diciéndole: ¡Nora en tal, señor nuestro amo, lo habéis bailado! ¿Pensáis que todos los valientes son danzadores y todos los andantes caballeros bailarines?
Por eso, y por las observaciones y peligros que más atrás apunté, los señores bailarines de las romerías determinaron amparar su diversión favorita con un muro sólido y elevado, contra la curiosidad irreverente de la muchedumbre.
En la segunda parte se repite la primera con ligera variación en el paso y las posturas, y, al concluirse, vuelven á ocupar el lugar que tenían al principio; con el noveno compás enmudecen de repente la música y la voz, y es regla importante que los bailarines se queden en la misma postura en que los sorprende la última nota de la música; si ha sido bien escogida, se aplaude y se dice que están bien parados.
Y tomando de la mano á la desenvuelta morenita la llevó hasta la fila de los bailarines, en los cuales se produjo un movimiento de sorpresa y de gozo. ¡Viva D. Félix!... ¡Viva el capitán! exclamaron muchos. Y las viejas que estaban acurrucadas se pusieron en pie y los viejos que departían allá lejos se acercaron.
¡En cuanto a eso estoy conforme! díjele interrumpiéndola, sólo son agradables los bailarines de carne y hueso, sobre todo, si tienen bigotes: bigotes rubios, por ejemplo. Un bigotito que os acaricia la mejilla al bailar ¡ah! de veras, es deli... En esto me dormí, y no desperté hasta las tres de la tarde. Así que estuve vestida, me mandó llamar el señor de Pavol.
Pronto se organizó el baile. Próximos á la lumbrada se colocaron en dos filas los mozos y las mozas y viva y concertadamente cada cual frente á su pareja comenzaron á bailar. Entre ellas y ellos había extremados bailarines. Mas entre todos como el roble entre los maíces descollaba nuestro famoso Quino. ¡Qué garbo! ¡qué brío! ¡qué variedad increíble de figuras!
Más de la mitad de aquel montón de árgoma se ha quemado ya en la hoguera: Celso ha disparado una nube de cohetes y los bailarines andan cerca de rendirse. Su voz era dulce, pastosa: su modo de hablar grave y sosegado, trasmitiendo á los demás la calma que reinaba en su espíritu. Desde la Braña hasta aquí hay algunos pasos respondió Nolo con parecido sosiego.
Repítese en ella su deseo y se exponen las razones que lo abonan, llamándose abuso la costumbre de dar el nombre común de juglares á todos los poetas y cantores, y hasta á los bailarines de cuerda y á los bufones. Indícanse también las varias denominaciones, que deben distinguir con claridad á sus diversas clases.
Deben ser famosos bailarines de tango. ¡Excelentes muchachos, todos amigos míos!... Vea sus dientes sanos de lobo joven; su pelo, tan abundante, que necesitan aplastarlo con pomada hasta formar dos almohadillas lustrosas. No queda en sus cabezas dónde plantar un cabello más.
Las mujeres no sabís na de na». Pero no pudo decirlo. El flautista lanzó unas notas en falso y calló después, como si se le hubiese atrancado algo en la garganta. Los bailarines quedaron inmóviles, agarrados del talle, una pierna en alto, mirando hacia el castillo central con ojos súbitamente congestionados.
Palabra del Dia
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