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Señora mía dijo el taimado clérigo eso está muy bien... En la calle con un mozalbete... Por fuerza ha muerto la señora condesa. Por Dios y la Virgen exclamó la muchacha llorando . Sr. de Ostolaza... no diga usted nada a mamá... Yo le explicaré a usted... Salimos a paseo y como nos perdiéramos, pues... No diga usted nada a mamá. ¡Ay! Sr. de Ostolaza; usted es un buen sujeto y tendrá lástima de .

Lavaste, Elvira, unos paños, Que nunca blancos volvías, Que las manos que ponías Causaban estos engaños; Yo, detrás destos castaños, Te miraba con temor, Y vi que amor, por favor, Te daba a lavar su venda: El cielo el mundo defienda, Que anda sin venda el amor. ¡Ay, Dios! ¡Cuándo será el día, Que me tengo de morir, Que te pueda yo decir: ¡Elvira, toda eres mía! ¡Qué regalos te diría!

Todos los años adquiría nuevas propiedades; sentía el estremecimiento del orgullo contemplando desde la montaña de San Salvador aquella ermita ¡ay! de tenaz recuerdo los grandes pedazos de tierra aquí y allá, cercados de verdes tapias, sobre los cuales extendíanse los naranjos en correctas filas. Todo era suyo; la dulzura de la posesión, la borrachera de la propiedad subíansele a la cabeza.

Ay de vošotros guias ciegas, ÿ dezis, Qualquiera ÿ juráre por el Templo, es nada: mas qualquiera ÿ juráre por el oro del Tëplo, deudor es. Locos, y ciegos, qual es mayor, el oro, ò el Templo que šancktifica

Pero yo no sabía que el sitio donde tenía que ir era tan angosto, que si no, ¡ay, Dios mío! ... mire usted señor, somos unos pobres; pero si al mi Andrés le atendieran algo por el camino.... No es esto decir que yo desconfíe de usted, ¡ave María Purísima!

La botánica le enseñará el conocimiento de las plantas. ¿Tengo yo cara de herbolario? Las que son de comer, guisadas me las han de dar. La zoología le enseñará a conocer los animales y sus... ¡Ay! ¡Si viera usted cuántos animales conozco ya! La mineralogía le enseñará el conocimiento de los metales, de los... Mientras no me enseñe donde tengo de encontrar una mina, no hacemos nada.

Pero ¡ay! un día, allá a principios de marzo, vi con júbilo una plancha en la cual había escritas estas consoladoras palabras: CUARTO Y GABINETE POR ALQUILAR PARA EL MES DE ABRIL

Cuando la condesa y Pedro entraron, la mitad de la danza decía cantando: ¡Ay, un galán d'esta villa! ¡Ay, un galán d'esta casa! La otra mitad contestaba: ¡Ay, diga lo qu'él quería! ¡Ay, diga lo qu'él buscaba! La melodía era suave y monótona.

Esta diferencia ay de la naturaleza al arte que lo que aquella desde su creacion constituyó no se puede variar, y asi siempre el peral produzira peras, y la encina su grossero fruto y con todo esto la diversidad del terruño y la diferente influencia del cielo y clima á que están sugetos, las saca muchas vezes de su misma especie y casi constituye en otras diversas.

Hija, yo creí desocuparme más pronto... Y mi rey tiene hambre... ya le oigo llorar... Voy, voy, hijo de mis entrañas... ¡Ay!, creí que no me dejaban venir. Si me llevan a la cárcel, no ... pobrecito mío». Abra usted, abra pronto... le dijo Guillermina empujándola , callejera, cabra montés.