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Actualizado: 26 de junio de 2025


Todas las personas relacionadas con la familia de Rubín sabían la historia de la mujer de Maxi, y el dramático papel que desempeñaba en ella el señorito de Santa Cruz. Algunas, quizás, tenían conocimiento de aquella tercera salida de la aventurera al campo de su loca ilusión; pero nadie se atrevió a llevar el cuento a la de los Pavos.

Después entró a la casa, quitose el sable y cambió el quepis por un viejo sombrero de paja de cinco sueldos, y se fue a buscar al cura al jardín. En efecto, el pobre abate estaba muy triste. No había pegado los ojos en toda la noche, él, que generalmente dormía con tanta facilidad como un niño. Su alma estaba desgarrada. ¡Longueval en manos de una extranjera, de una hereje, de una aventurera!

Fuese amante o marido, hombre había por medio; era imposible explicarse de otra suerte el lujo que ostentaba, y mucho menos la existencia del niño. Lo más verosímil era que se hubiese casado, porque su severa elegancia, exenta de perifollos llamativos, no era propia de aventurera, sino de muy señora.

Sintió la misma cólera que le había hecho ser brutal fin su entrevista de Barcelona. Le irritó la tenacidad de esta aventurera, que, luego de ejercer una influencia trágica en su vida, deseaba comprometerle de nuevo. Pero un sentimiento de fría compasión le hizo contenerse y hablar con cierta bondad. Si necesitaba dinero para huir, él se lo daría sin regateo alguno.

Según dicen, ellos pueden gastar cien mil francos por día. ¡Y esos son nuestros vecinos! exclamó madama de Lavardens. ¡Una aventurera! Y no es nada eso todavía... ¡una hereje, señor abate, una protestante!

La necesidad de ganarse la subsistencia en un país extranjero, cuya lengua empezaba á conocer, hizo que sólo se ocupase de su persona. La vida agitada y aventurera de los pueblos nuevos le arrastró á través de los más diversos oficios y las más disparatadas improvisaciones.

¿Pues para quién, señor, es ese hábito? dijo con un sarcasmo mal encubierto ; ¿acaso para la aventurera con quien entretiene al príncipe el duque de Uceda? Para esa el collar de perlas, y más que fuere menester; esta cruz es para otra persona. ¿No conocéis á alguien que se haya hecho recientemente merecedor del hábito? Confieso á vuecencia que no.

¿Porqué no había de ir Rafaela a un país remoto y presentarse allí no como aventurera sino como artista? El protector decidió, pues, que Rafaela fuese a Río de Janeiro a cantar y a bailar. Los brasileños son muy aficionados a la música, y asimismo muy músicos.

Yo no pierdo mi felicidad tan fácilmente... Y si te empeñas en irte, partiremos juntos. Leonora se irguió estremecida. Esperaba aquello; se lo decía el corazón. ¿Escapar juntos los dos? ¿aparecer ella como una aventurera que se lleva tras si a Rafael después de enloquecerle de amor arrancándole de los brazos de su madre? ¡Oh, no! muchas gracias.

Como cuento con que el lector benévolo me ha de perdonar que apunte aquí mis impresiones, diré que aquello me hizo pensar un poco. Siempre se me habían representado los ingleses como verdaderos piratas o salteadores de los mares, gentezuela aventurera que no constituía nación y que vivía del merodeo.

Palabra del Dia

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