Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 31 de mayo de 2025


La primera persona que encontraron en el interior del edificio fue al auvernés, en mangas de camisa, los puños arremangados, azogando la luna de un espejo. ¡Hola! exclamó el doctor, lo que yo había previsto. ¿Pero qué? Que se azogan las lunas con una capa de mercurio aprisionada bajo una hoja de estaño, ¿comprendéis? Todavía no.

Era preciso vivir sin nariz o soportar al auvernés con todas sus consecuencias: comer con él, dormir con él, llenar al lado suyo, y en la situación más incómoda, todas las funciones de la vida animal. Era Romagné un digno y excelente joven; pero roncaba como un órgano.

No os guardo rencor le dijo, ni a ese bravo turco tampoco. Sólo tengo un enemigo en el mundo: un auvernés llamado Romagné. Y pronunciaba su nombre con una entonación cómica que hizo gracia a todo el mundo. Creo que aun hoy día la mayor parte de aquellas señoritas dicen: «Mi Romagné, cuando hablan de su aguadorDe esta suerte transcurrieron los tres meses de estío.

No cabe duda alguna de que es vuestra propia sangre, puesta en circulación por vuestro corazón, bajo la acción del cerebro, la que afluye a vuestra nariz; y, sin embargo, tentado estoy de creer que ese imbécil de auvernés no es extraño a estos sucesos.

Hasta se atrevió a emplear una metáfora tan nueva como atrevida, comparando el suicida, al desertor que abandona su puesto sin permiso de su cabo. El auvernés, que no había tomado nada en las últimas veinticuatro horas, parecía bien aferrado a su idea. Permanecía inmóvil y terco ante la muerte, como un asno ante un puente.

¡Y el maldito cirujano sin venir! Habían ido a avisarle con urgencia, a su casa, al hospital, a todas partes. Llegó por fin, y comprendió a primera vista que Romagné había muerto. Lo sospechaba exclamó el notario, llorando con mayor amargura, si es posible. ¡Bestia de Romagné! ¡Criminal! Esta fue la oración fúnebre del desdichado auvernés. Y ahora, doctor, ¿qué haremos?

Esperad un momento, que voy a avisar a un gendarme. M. Bernier contuvo este alarde de celo del buen auvernés, y explicóle, en pocas palabras, la clase de servicio que se pretendía que prestase. Creyó, al principio, que se burlaban de él, porque se puede ser un excelente aguador sin tener la más pequeña noción de rinoplastia.

Y dicho y hecho. Al día siguiente, cuando el pobre Romagné vino, todavía aturdido, a cobrar la pensión de la semana, lo echó a la calle Singuet, y anunciole que no harían nada por él en lo sucesivo. Encogiose de hombros el auvernés, a fuer de hombre que, sin haber leído las epístolas de Horacio, practica el Nil admirari por instinto.

Adivinar, por el aspecto de vuestra nariz, que un auvernés ausente y perdido en la baraúnda de un París, se halla entregado a la crápula, es remontarse desde el efecto a la causa por caminos que la audacia del hombre no había intentado aún. En cuanto al tratamiento de vuestra enfermedad, se halla indicado por las circunstancias. La dieta aplicada a Romagné es el único remedio que puede curaros.

Mi amigo Fogatier me cederá, tal vez, vuestro auvernés; pero el pobre está muy enfermo, y, para colmo de desgracia, se halla tan aburrido de la vida, que quiere a todo trance morirse. Rechaza las medicinas, y, en cuanto a los alimentos, tan pronto se queja de no tener suficiente, y reclama a grandes voces su ración entera, como rechaza cuanto le dan, y trata de matarse por hambre.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando