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Actualizado: 31 de mayo de 2025
La nariz no era más que una película flexible, que se plegaba bajo el peso de las gafas, cuando M. Bernier vino a decirle que había encontrado al auvernés. ¡Victoria! exclamó entusiasmado el notario. El cirujano encogiose de hombros y contestó que la victoria parecíale dudosa por lo menos.
Al fin adquirió Bernier la plena convicción de que el trozo de piel había arraigado en la cara del notario, a pesar de los innumerables tirones que sufriera. Desunió a los dos enemigos, y modeló una nariz a L'Ambert con el trozo de piel que había cesado ya de pertenecer al auvernés.
¡Es posible! replicó el auvernés, riendo de buena gana. Y, en virtud del Código civil, linda invención del Imperio, le dejarás a cada uno de ellos un par de céntimos al día. En tanto que, con dos mil francos, puedes vivir un mes lo menos como un rico, conocer los placeres de la vida y elevarte muy por encima de tus semejantes.
Inútil es decir que Romagné los recibía sin quejarse, temeroso de que un falso movimiento diese al traste con el experimento del doctor Bernier. El notario recibía buen número de visitas. Vinieron a verle todos sus compañeros de aventuras, que se burlaban del auvernés. Enseñáronle a fumar cigarrillos, y a beber vino y aguardiente.
Me han contado de un auvernés de mi país que se hacía petrificar en una fuente mediante un franco por hora. Prefiero dejarme cortar a pedazos. No es tan molesto, y produce mucho más. M. Bernier cosiole el brazo izquierdo al rostro del notario, y ambos hombres permanecieron, por espacio de un mes, encadenados uno al otro.
Paciencia no me falta respondió nuestro hombre; para algo soy auvernés. Pero para que yo pase un mes en esta casa prestando a este señor un importante servicio, será necesario que me abonen los jornales de esos días. Desde luego. ¿Cuánto exigís? Sebastián meditó unos instantes. En conciencia dijo al fin, ese trabajo bien vale cuatro francos diarios.
Padecéis un fuerte ataque de coriza, y habláis por la nariz: por eso os expresáis en auvernés. Esto es muy lógico. Volved a vuestra casa, aspirad bastante acónito, conservad los pies calientes y la cabeza abrigada y, en lo sucesivo, adoptad toda clase de precauciones contra los constipados, pues ya sabéis cuáles han de ser para vos sus consecuencias.
Henos aquí dijo el notario. ¡Cómo! ¿está empleado el auvernés en este establecimiento? Sin duda alguna: yo mismo le he buscado esta colocación. Vamos, el mal no es tan grande como llegué a suponer. Pero, de todas maneras, habéis cometido una imprudencia imperdonable. ¿Qué queréis decir? Entremos.
Palabra del Dia
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