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Actualizado: 25 de junio de 2025


Lo primero que buscaban sus ojos en la capilla de Santa Bárbara era una arca clavada en la pared á gran altura, un sepulcro de madera pintada, sin otro adorno que esta inscripción: Aquí yace doña Constanza Augusta, Emperatriz de Grecia. El nombre de Grecia tenía el poder de excitar la fantasía del pequeño.

Usted es quien ha sacado a esa joven de aquella honesta casa, morada augusta de los buenos principios; usted quien la ha quitado de la protección y amparo de doña María, cuya santidad y nobleza engrandecen cuanto a su alcance se halla. ¿Con que es una gran bellaquería? repitió lord Gray burlonamente . Eso quiere decir que soy un gran bellaco.

Y si á poco nuestros soldados son diezmados por haber sido mandados á trabajos sin el debido resguardo, el 24 de Julio, cumpleaños de la Augusta Señora que hoy rige los destinos del país, fué celebrado con brillante victoria, en la que los Malanaos han dejado 200 hombres en el lugar de la lucha.

El dormido vió que Freya vestía un justillo de mangas sueltas ajustadas á los brazos, con botones de filigrana de oro; que unas joyas algo bárbaras adornaban su pecho y sus orejas; que una falda de flores cubría el resto de su persona. Era un traje de labradora de otros siglos que él había visto pintado. ¿Dónde?... ¿dónde?... ¡Doña Constanza!... Freya era igual á la augusta basilisa de Bizancio.

Las montañas parecían soñar misteriosamente, como seres sublimes, en el plateado silencio; y todas las cosas de la naturaleza exhalaban deliciosa respiración de beatitud, de sosiego, de frescura. La fantasía clara y augusta de la noche prodújole al mancebo una emoción peculiar que se repetía en su ánimo desde la infancia y que vino a distraer su ardimiento.

La solemne mistress Augusta Haynes pasó ante sus ojos. ¿Cómo se portaría con él?... ¿Sería la serpiente del paraíso que acababa de crear?... Su optimismo acabó por no tener en cuenta el aspecto imponente y duro de la madre de Margaret. El fondo de su carácter tal vez era bondadoso, como afirmaba la hija. ¿Y si no lo es?... ¿Y si no lo es?...

Mario, reprimiendo a duras penas la risa, le saludó afectuosamente, y lo mismo su esposa. ¿Conque se conocen ustedes? preguntó la augusta señora. ¡Muchísimo! respondió el escultor . Somos íntimos amigos hace bastante tiempo. Doña Fredes dirigió una mirada de sorpresa a su hijo. ¿Y por qué no me has dicho que tenías por amigo a un artista de tanto mérito?

Otros vestigios en otra direccion, que se dexaban ver siempre al ras de la arena al lado de los piés delanteros, me demostráron que tenia las orejas largas; y como las pisadas del un pié eran ménos hondas en la arena que las de los otros tres, saqué por conseqüencia que era, si soy osado á decirlo, algo coxa la perra de nuestra augusta reyna.

El comandante siguió hablando de la dulce Augusta y de sus hijos, mientras tronaba la tempestad invisible en el horizonte sereno del atardecer. Cada vez era más intenso el cañoneo. La batalla continuó Blumhardt . ¡Siempre la batalla!... Seguramente es la última y la ganaremos.

El aspecto de las montañas, el ruido de los torrentes, el silencio del monasterio, la religión grande y majestuosa, los religiosos humildes y penitentes, el tiempo despreciado, y la eternidad siempre presente, debían de hacer nacer bajo la pluma de los huéspedes que se sucedían en la augusta morada, altos pensamientos y delicadas expresiones.

Palabra del Dia

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