Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de junio de 2025


En aquel momento, podemos asegurarlo, Coletilla habría quedado muy satisfecho si Fernando hubiera cogido en su cobarde mano la espada augusta de sus mayores, atravesándole con ella. Pero Fernando no hizo tal cosa. Coletilla sintió todo el menosprecio de su amo, y aquel puntapié moral le lastimó más que una puñalada.

Al Príncipe, aunque convertido en pájaro, se le dio facultad para recobrar por la noche su verdadera figura. Tuvo también el Príncipe un palacio, donde vivir y ser tratado con todo el miramiento, honores y regalo debidos a su augusta categoría.

El anciano y el joven caminaron del brazo hasta el bulevar, uno hablando y el otro prestándole atención. Y L'Ambert entró en su casa dispuesto a redactar el contrato de matrimonio de la señorita Carlota Augusta de Villemaurin. Pero había pillado un terrible constipado, que no le permitió hacer nada.

Afortunadamente la distancia es mayor entre el pensamiento y la acción que entre los brazos y la cabeza. Además el pequeño Gómez estaba allí y su presencia quizás salvó la vida de Germana. Más de una vez, para paralizar una mano criminal, basta la mirada límpida de un niño. Los seres más pervertidos experimentan un respeto involuntario ante esa edad sagrada y aun más augusta que la vejez.

Estaba seguro de que le buscaba á él, trayéndole la más fatal de las noticias. Efectivamente, el telegrafista fué hacia su mesa y le entregó el despacho. Gillespie abrió el sobre con mano temblorosa, buscando inmediatamente la firma del telegrama. ¡Lo que él había pensado!... El despacho iba suscrito por mistress Augusta Haynes.

Si ya le parecía a ella oírlo: «Miren esa, tan orgullosa y rígida, tapando el matute que la otra bribona ha introducido en su casa. Lo hará por la cuenta que le tiene. El padre de la criatura es hombre rico y habrá pagado bien el alijo». La idea de que pudieran decir esto hacía brotar de la frente augusta de la viuda gotas de sudor del tamaño de garbanzos.

Como si su instinto le avisase la certeza de un amor que hasta entonces sólo había sospechado, mistress Augusta Haynes, al llegar el invierno, decidió pasarlo lejos de Nueva York, y fué á instalarse con su hija en un lujoso hotel de Pasadena.

Los Borbones dijo la señorita de Porhoet, metiendo repetidas veces su aguja de tejer en su rubia peluca los Borbones son de buena nobleza, pero tomando repentinamente un aire modesto hay mejores añadió. Por lo demás, es imposible no inclinarse ante esta vieja niña, tan augusta, que lleva con una dignidad sin igual la triple y pesada majestad del nacimiento, de la edad y de la desgracia.

Y después, con desprecio, en la augusta agonía de la tarde, se ríe el hombre de su orgullo necio que quiso hacer de indiferencia alarde, pues mientras vive, lucha, y es al cabo, César potente o miserable esclavo, lidiador en la vida, aun el cobarde. Siempre el mortal, en su inquietud batalla; y mártir o verdugo, vencido o vencedor, en la lid halla lauro esplendente o vergonzoso yugo.

Las luchas, las alegrías, los dolores de estos pobres diablos que nos movemos por la tierra, ¡qué valor tienen, qué significan ante la paz augusta de los cielos! Para ellos lo mismo pesa la caída de un imperio que la de una hoja, lo mismo suena el suspiro de una niña enamorada que el estertor de un moribundo. «La naturaleza es sorda dijo el gran Leopardi y no sabe compadecer

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando