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Actualizado: 15 de julio de 2025
Hasta su primo Luis, que tenía cara de sueño, había abandonado al amanecer la respetable compañía de sus amigotes, para asistir a la fiesta y agradar con esto a don Pablo, cuya protección necesitaba en aquellos días.
El calor de los camarotes era insoportable aún durante la noche, y yo queria no solo gozar de la brisa fresca de la mañana, sino asistir á ese espectáculo sublime de la salida del sol. ¡Qué magnificencia de escena! qué de tesoros de luz y de hermosura desconocidos hasta entonces por mí!
Llevar los calzones rotos y predicar al vecino para que le cosan las roturas de los suyos antes que vayan a más, es de todos los días. Tiene la mujer tullida, y la deja desamparada muy a menudo por asistir a un enfermo extraño... y por cierto que es un enfermero admirable.
Tocábale la guardia el sábado, y según la tradicional costumbre, habían de asistir los reyes a la Salve de Atocha; la novedad atraía todavía gran concurso de gentes a conocer y contemplar a la joven reina, y presentándose Currita a su lado, en el primer puesto, parecióle que había de detener desde allí los tiros de la calumnia.
Además, él, sintiéndolo, tenía que privarse en adelante de asistir a tales reuniones; su espíritu allí quedaba, pero él, don Álvaro, por razones poderosas, que suplicaba a los presentes respetaran, se abstendría de acudir a tan agradables banquetes. Quince días después, a mediados de Julio, entraba una tarde el Presidente del Casino en el caserón de los Ozores. Iba a despedirse.
Placer común ha sido á todas las naciones asistir á la representación de sucesos verdaderos ó fingidos.
Además, la música ejercía sobre él una influencia letárgica. Pasó Maltrana junto a ellos. Nélida estaba en el salón y él vagaba por la cubierta. Al saber que aguardaban para asistir a la fúnebre ceremonia, se le escapó un gesto de contrariedad. Formuló varias excusas para justificar su ausencia, pero en vista de que la ceremonia era a las once de la noche, se ofreció a ir con ellos.
Hábilmente interrogado por los curiosos, dijo que había ido allí por el cuerpo del difunto, si no lo tenía a mal el comité; que no quería apresurar las cosas, podía esperar, pues aquel día no trabajaba, y cuando los señores hubiesen concluido con el difunto, se haría cargo de él. Además añadió sencilla y gravemente, si alguno de los presentes gusta tomar parte en el entierro, puede asistir.
En el año de 1558 lo encontramos en Segovia, á donde había acudido mucha gente á disfrutar de las fiestas, que se hicieron para celebrar la consagración de la nueva catedral, y por consiguiente un público numeroso para asistir á sus representaciones . Parece que en los años siguientes hubo también de visitar las ciudades comarcanas.
Véase cómo aquellos tres elegantes de la víspera, que tenían que asistir a oír el Otelo en los Bufos, disfrutaban aquel día de dos conciertos en vez de uno.
Palabra del Dia
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