Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de noviembre de 2025
Gregoria se presentó de luto, sin azahares, y Bernardino con la misma levita que le prestaron para asistir al entierro de don Aquiles, y delante de los hermanos y de dos testigos, bajo la luz tristona de las bujías, leyó la epístola el cura y echóles la bendición, de prisa y corriendo. Esto fué todo.
Yo no había asistido a una misa desde mi juventud, y había perdido con la costumbre de mi niñez la unción que inspiran los sentimientos de la infancia, el ejemplo de piedad de los padres y la fe sencilla de los primeros años. Así es que había desdeñado después asistir a estas funciones, profesando ya otras ideas y no hallando en mi alma la disposición que me hacía amarlas en otro tiempo.
Así que, con frecuencia, eran víctimas de las bromas de sus amigos y tertulianos, sin que por eso dejase ninguno de profesarles entrañable afecto. Desde tiempo inmemorial tenían costumbre de recibir en su casa por la noche a la juventud de Lancia, particularmente a los muchachos que se placían en asistir por la grandísima libertad que allí disfrutaban. Por acuerdo tácito todos ellos las tuteaban.
Explicó detenidamente varias lides, no muchas aún, porque empezaba a asistir, como quien dice.
Pero al fin le había dejado venir a Madrid para asistir al matrimonio de un primo hermano suyo y aquí estaba desde hacía cuatro días. No se habrá usted aburrido mucho, sin embargo, porque me han dicho que por allí hay caza abundante. ¡Oh, Dios mío! ¿Caza? Cuanta se quería y de todas clases, mayor y menor.
Pero, amigo mío, yo no puedo estar en todas partes. Esta noche no podré asistir a la muerte de ese hombre. ¿Pues no ha de poder? Hay tiempo para todo. Fijemos horas. No es preciso. Ya nos encontraremos. Adiós. Pues adiós. Era de noche y corrí al ventorrillo. Don Diego tardó mucho; pasó una hora, pasaron dos y yo no cabía en mí de ansiedad y afán.
Abriendo una mampara negra, entraron en el despacho, pieza empapelada de obscuro, con estantes de carpetas verdes y grandes cromos franceses de santos y santas, que parecían acicalados y perfumados para asistir a un baile. Allí, tras la mesa-ministro, sobre la cual todo estaba arreglado con nimia pulcritud, mostrábase el famoso banquero. Tónica experimentó una decepción.
D. Fadrique tuvo el disgusto de asistir á la capitulación de aquella plaza importante, y, contado en el número de los que la guarnecían, fué conducido á España en cumplimiento de lo capitulado. Entonces, ya de alférez de navío, vino á Villabermeja, y vió á su padre la última vez.
Lo entarimaron, lo alfombraron, después pintaron sus paredes y su techo, amuebláronlo con algunas sillas y butacas, pusieron mesas de tresillo y comenzaron a asistir tarde y noche a aquel sitio tan asiduamente como antes al Saloncillo.
Después de tres días Nébel decidió aclarar de una vez ese estado de cosas, y aprovechó para ello un momento en que Lidia no estaba. Hablé con mi padre comenzó Nébel y me ha dicho que le será completamente imposible asistir. La madre se puso un poco pálida, mientras sus ojos, en un súbito fulgor, se estiraban hacia las sienes. ¡Ah! ¿Y por qué? No sé repuso con voz sorda Nébel.
Palabra del Dia
Otros Mirando