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Actualizado: 15 de noviembre de 2025
En estas situaciones Lorenzo arribaba al convencimiento de ser víctima de un mal incurable, a cuyo lento trabajo de destrucción debía asistir resignadamente «hasta que me llegue la hora de morir del todo», pensaba.
Fue esto último para mí como un rayo de luz. ¿No podría yo también asistir a una cátedra de bridge, o tomar, por lo menos, un profesor particular, como Eduardo VII, rey del Reino Unido y emperador de las Indias? ¿Acaso debía considerarme yo algo más importante y solemne que un emperador de las Indias?...
María no iba por impedírselo el hábito que había ofrecido con voto de no asistir a ninguna fiesta. Tampoco los achaques de doña Gertrudis la dejaban tomar parte en la excursión. En la segunda se hallaba ya bien acomodada nuestra amiga, la simpática y vivaracha señorita de Mory, escrutada de cerca por los ojos saltones del ilustrado Isidorito.
A una altura muy considerable se detiene el visitante, sobre un balcon circular, para asistir á un admirable espectáculo de arte y perspectiva.
Pero nunca llegué a comprender el afán que por asistir al baile había manifestado tantos días seguidos don Cleto, que hizo toda la noche de una silla cama y del estruendo arrullo; no entiendo todavía a don Jorge cuando dice que estuvo en la función, habiéndole visto desde que entró hasta que salió en derredor de una mesa en un verdadero écarté.
Que viene, hombre, que viene... Si se lo prometió ayer a Veva, que la mandé yo expresamente. Y así era, en efecto: la marquesa de Butrón había estado la víspera en casa de la Villasis a pedirle por todos los santos del cielo que no dejara de asistir a la junta; la pobre señora parecía azorada, y pedíaselo con tal ahínco, como si le fuera en ello la vida.
Que tres años antes de morir, por no permitirle la debilidad de las piernas asistir al templo, instaló oratorio en su casa de la calle de la Cerisaye, obtenida autorización para ello, para oir misa y recibir los Sacramentos. Que en la última enfermedad se confesó y recibió absolución de Fr.
Ínterin llegaba el esperado día de asistir a la fiesta nocturna, Pilar se acostumbró a pasar un par de horas en el salón de Damas del Casino, de una a tres de la tarde generalmente.
Manifestó el representante de Pirovani que don Carlos Rojas no podría asistir á tal reunión, por haber ido á Fuerte Sarmiento en busca de un médico que presenciase el duelo; pero él suscribiría todos los documentos necesarios en nombre de su amigo. Y los dos padrinos dieron por terminada su entrevista.
Estaban lo bastante relacionadas para no concurrir solas al teatro, y para asistir de vez en cuando a algunas reuniones de medio carácter; pero no lo suficiente para figurar entre lo más rechispeante del buen tono madrileño, que era lo que ellas deseaban.
Palabra del Dia
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