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Actualizado: 8 de junio de 2025
Maltrana, años después, al percatarse de las realidades de la vida, había reconstituido la vulgar aventura de su madre, juzgándola con benevolencia. La pobre mujer, en su soledad, se había sentido atraída por «el vecino» infeliz, solitario como ella. Las dos desgracias se habían juntado. Además, ella necesitaba un arrimo, según declaró a su hijo poco antes de morir.
En esto salió don Adrián con la levita nueva, bastón de caña, sombrero de copa muy alto, y dos dedos de cuello de camisa fuera del corbatín; se arrimó al grupo y saludó muy cortés a los señores; apareció el juez e hizo lo mismo; después Rufita González con su madre; casi al mismo tiempo Codillo y las tres Indianas, y enseguida hasta otra docena más de los notables que habían hecho ya la visita obligada a Peleches.
Pero cuando Preciosa vió a don Juan ceñido y aherrojado con tan gran cadena, descolorido el rostro y los ojos con muestra de haber llorado, se le cubrió el corazón, y se arrimó al brazo de su madre, que junto a ella estaba, la cual, abrazándola consigo, le dijo: Vuelve en ti niña; que todo lo que vees ha de redundar en tu gusto y provecho.
El ex-abate, al partir, se reía con muy buenas ganas del joven militar, á quien quería servir llevado de miras ulteriores, esperando un ventajoso arrimo en aquella situación política. El otro se dirigió á su casa, pensando á la vez en la repugnante astucia de don Gil y en los peligros de su aventura.
Me lo temí; ¡es el enredador de más malas entrañas!... Quítate de delante, canalla, ó te arrimo un botellazo que te rompa las muelas. ¿Cómo te atreves á acercarte á una persona decente con esas tretas de tan mala ley?...
GOBERNADOR. Señor regidor Juan #Tostado#, yo determino, debajo de su buen parecer, que esta noche se despose la señora Teresa #Tostada#, su hija, de quien yo soy padrino, y en regocijo de la fiesta, quiero que el señor Montiel muestre en vuestra casa su Retablo. JUAN. Eso tengo yo por servir al señor Gobernador, con cuyo parecer me convengo, entablo y arrimo, aunque haya otra cosa en contrario.
Mas quien primero rompió el silencio fue Luscinda, hablando a don Fernando desta manera: -Dejadme, señor don Fernando, por lo que debéis a ser quien sois, ya que por otro respeto no lo hagáis; dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra, al arrimo de quien no me han podido apartar vuestras importunaciones, vuestras amenazas, vuestras promesas ni vuestras dádivas.
Su padre llegó corriendo adonde estábamos, y, viendo a su hija de aquella manera, le preguntó que qué tenía; pero, como ella no le respondiese, dijo su padre: ''Sin duda alguna que con el sobresalto de la entrada de estos canes se ha desmayado''. Y, quitándola del mío, la arrimó a su pecho; y ella, dando un suspiro y aún no enjutos los ojos de lágrimas, volvió a decir: ''Ámexi, cristiano, ámexi'': "Vete, cristiano, vete". A lo que su padre respondió: ''No importa, hija, que el cristiano se vaya, que ningún mal te ha hecho, y los turcos ya son idos.
El primo de María, Muley para los moriscos y don Fernando entre los españoles, como desdeñando de emplearse en tan frívolo pasatiempo, sirviéndole de arrimo una de las columnatas, no pensaba sino en sus proyectos, y sólo parecía asistir en la zambra por el ahinco con que derramaba a veces la vista en su hermosa María.
Muley hubo de reportarse de nuevo con la hospitalidad concedida por el tío al incógnito pasajero, y rabioso y despechado cuanto más se veía obligado al disimulo, se derribó otra vez sobre el arrimo de las columnas, atalayando como un neblí desde el cielo cuanto pasaba en derredor suyo.
Palabra del Dia
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