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Actualizado: 7 de junio de 2025
El Magistral oía ahora recogido en un silencio contemplativo; apoyaba la cabeza, oculta en la sombra, en una barra de hierro del armazón de la glorieta, en la que se enroscaban el jazmín y la madreselva; la locuacidad de Ana le sabía a gloria, las palabras expansivas, llenas de partículas del corazón de aquella mujer, exaltada al hablar de sus tristezas con la esperanza del consuelo, iban cayendo en el ánimo del Magistral como un riego de agua perfumada; la sequedad desaparecía, la tirantez se convertía en muelle flojedad. «¡Habla, habla así, se decía el clérigo, bendita sea tu boca!».
Esta magnífica armazon, de veinte y dos codos de altura hasta su remate, daba su nombre á la parte de fábrica que ocupaba, mas magnífica aun que su contenido y que el nuevo trozo de la nave central que iba desde la antigua hasta la moderna quibla, que era rico en sumo grado por las labores y dorados de sus capiteles y pilastras . La fábrica en que se armaba la Maksurah propiamente dicha formaba en su planta un gran rectángulo partido en tres, casi cuadrados, sobre los cuales se levantaban tres domos bizantinos de peregrina esbeltez.
Ya que dan con tanta abundancia, sabed si quiera recoger sus dones. Su riqueza alimenticia va á amamantaros por torrentes. «Más dicen aquéllos; precisamente carecemos nosotros de lo que constituye el sostén y como la armazón del hombre. Nuestra osamenta se dobla, se encorva, se comprime, gracias al harto débil alimento que sólo sirve para engañar el hambre.
Viajando en trineo por las montañas es como se aprende á hacer conocimiento con las nieves. La ligera armazón se desliza sin ruido; no se nota el choque del herraje con el suelo duro, y parece que viaja uno por el espacio, arrebatado como un espíritu, ora se rodea la curva de un barranco, ora el relieve de un promontorio.
Paso á reflexionar que, sin embargo de no poder entrar en el puerto del Rio Negro sino embarcaciones de pequeño porte, con todo no debemos abandonarlo, porque de las márgenes de su rio é islas, se pueden extraer leñas para el abasto de la armazon que se pretende establecer en el de San José, por ser el lugar mas vecino de este; se pueden en dicho rio hacer las aguadas para los buques que la necesiten, siendo para este y otros fines indispensable conservar aquel presidio, para que cubra y defienda de los indios estos trabajos, y para procurar de atraer estos bárbaros al comercio de ganados y caballos, que pueden pasar de allí, como han pasado por tierra 100 caballos y 80 reses vacunas el año de 1783, tiempo en que dicho Salazar pasó desde San José al establecimiento del Rio Negro: y segun la extension de aquella península y sus abundantes pastos, se podrá aumentar el ganado, de suerte que pueda ministrar carnes á todas las poblaciones que se establecen en la costa Patagónica; pues si los ingleses pretendian tener habilidad para extraer por medio de los indios el oro de Chile, y comerciar con ellos, ¿porqué no la tendremos nosotros para extraer de los indios Pampas ganado y caballos?
A pesar de su abuhardillado techo, las estancias eran desahogadas y capaces, y la infinidad de pontones y vigas de oscura madera que soportan la armazón del tejado le daban cierto misterioso recogimiento de iglesia, formando como columnatas y rincones sombríos en que puede descansar la fatigada vista.
Parecía mayor de cincuenta años, y era alta, gruesa, arrogante, varonil, usaba para leer sus libros devotos o las cuentas de la casa, unos grandes espejuelos engastados en gruesa armazón de plata, y vestía constantemente de negro, con traje que a las mil maravillas a su cara y figura convenía.
Era, en una palabra, el tablado en que estaba la picota: sobre él se levantaba la armazón de aquel instrumento de disciplina, de tal modo construído que, sujetando en un agujero la cabeza de una persona, la exponía á la vista del público.
Viviendo la mayor parte del día en el sótano donde la máquina civilizadora funciona, aquel hombre se había identificado con ella; formaba parte de su mecanismo; y la armazón ingeniosa, pero inerte, obra pura de las matemáticas, se convertía en ser inteligente cuando al impulso del monstruo movía sus ruedas, ejes y cilindros como si fueran órganos animados por recóndita vida.
Y pasaron a los platos los trozos de la gallina: la jugosa pechuga, el cuello cartilaginoso, los melosos muslos y el armazón chorreando grasa, que chupaba doña Manuela con un regodeo de gata golosa. La animación iba surgiendo en la mesa. Todos hablaban.
Palabra del Dia
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