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Actualizado: 20 de mayo de 2025
El combate universal de la Muerte y del Amor no parece nada sobre la tierra cuando se le parangona con el que existe en el fondo de los mares. Allí, inconcebible en su grandeza, horroriza por su furia, empero contemplándolo más despacio vésele muy armónico y de sorprendente equilibrio. Este furor es necesario. Nada de tristeza; una alegría salvaje reina al parecer en todo aquello.
Aquel sueño de redención y de paz había pasado, y su reciente recuerdo difundía en mi ser una calma inefable; ya mi aliento no salía ronco y fatigoso de mi pecho: la vida me era fácil: el sol que penetraba por las ventanas del jardín, tenía color de gloria: mis ojos veían luz: mi pecho respiraba aire: parecíame que el espacio era armónico, que todo me sonreía, que todo se asociaba a mi felicidad.
Desde el primer momento, Cádiz me habia ofrecido muchas semejanzas de aspecto con la ciudad de Cartagena en «Nueva Granada». Semejanza no es el término propio: es no sé qué analogía vaga en la configuracion de la isla y las bahías, en la estructura exterior de la ciudad; algo de muy armónico en el estilo de las fortificaciones, en la atmósfera y el cielo.
Dos caracteres hacen agradable el Mediterráneo sobre todas las cosas: su plan tan armónico y la vivacidad, la transparencia de la atmósfera y de la luz. Es aquél un mar azul muy amargo, saladísimo; perdiendo por la evaporación tres veces más de agua que la que le traen los ríos.
Un soplo formidable, la respiración de un pulmón inmenso, entraba por esta galería. Un zumbido armónico llegaba hasta allí con las ondulaciones del aire, haciendo presentir cierta música lejana, más bien adivinada que oída. En los bordes del arco asomaban cabezas, muchas cabezas: las de los espectadores de los bancos inmediatos, avanzando curiosas para ver cuanto antes a los héroes.
Para otorgar su aplauso es preciso que el escritor le deslumbre o por el número de obras, o por su desmesurada magnitud, o por el relumbrón de los efectos, o con descripciones aparatosas y prolijos análisis de caracteres, tan prolijos como falsos, o con un lenguaje arcaico y pedantesco. El vulgo desprecia lo sincero, lo natural, lo armónico.
Sólo así puede producir la pintura la sensación profunda de la música; sólo así, las líneas esculturales, ondeando en la gradación inimitable de las formas humanas, en el esbozo de un cuello de mujer, en las curvas purísimas, y entre los griegos castas, del seno; en los hombros contorneados de una virgen de mármol o en el vigor armónico de un efebo; sólo así, da la piedra el placer del ritmo y la melodía.
Para Bonis, que siguió a su hijo hasta la margen del Jordán de mármol, todo tomó nueva vida, más intenso, armónico y poético sentido. Era que la música le ayudaba a entender, a penetrar el significado hondo de las cosas. El órgano, el órgano, le decía lo que él no acababa de explicarse. «Pues es claro; la Iglesia es un lince; ve largo; sabe ser madre».
De aquí que no afirmemos que esta cosa o aquella, que el Universo todo, que cuanto es o puede ser, sea como nosotros lo percibimos o lo imaginamos; pero ya imaginado o percibido, o dígase dado el supuesto, todo se encadena, y compone un conjunto armónico de verdades dentro de nuestro mundo ideal, si bien no se adecue tal vez ni responda con exactitud a la realidad del mundo que está fuera de nosotros, del que sabemos poquísimo y del que tal vez tenemos noticias equivocadas por ministerio de los sentidos.
Observaron, no obstante, que en el caletre del joven se escondía un pensamiento relativo al paradero de su consorte, y temían que este pensamiento, aunque contenido en proporciones menudas por el renacimiento armónico de la vida cerebral, tuviera el mejor día fuerza expansiva bastante para volver a trastornar toda la máquina. Pero estos temores no se confirmaron.
Palabra del Dia
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