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El contraste de los dos deberes que pesaban sobre su conciencia, el de vengar a la muerta, insistiendo en la acusación, y el de respetar su memoria callándose, debía haberse borrado al anunciarse la confesión de la reo; pero lejos de eso, en aquel mismo punto se agravaba.

Ramiro, sin deseos de llegarse al estrado, abrió de nuevo «La vanidad del mundo». En ese instante, después de anunciarse con el golpecito de costumbre, entró Casilda en la habitación. Un estremecimiento inusitado agitaba sus pestañas. Acercose al escritorio, removió la arquilla de las obleas, requirió las torcidas del velón, estiró las holandas del lecho.

Calcule el lector que para anunciarse en algunos lienzos de pared, ha necesitado poner andamios ó empalizadas. No puede darse el caso de caminar por algun punto sin darse de cara con un letrero, con una enseña, con un aviso; como si el aviso fuese el aire que aquí se respira, el espíritu que todo lo mueve, el hornillo que todo lo calienta.

Cuando por sus negocios pasaba cerca de mi tienda, entraba a saludarme. Tenía un modo suyo de anunciarse: un garrotazo sobre el mostrador. «¿Quién está aquí?» Y al salir yo del escritorio, la misma pregunta: «¿Cómo estás, maño? ¿Cómo tienes a la maña y tus cachorricos?...» La última vez que le vi, fue antes de retirarme yo a París.

No cantes victoria, no cantes victoria tan pronto indicó Rosalía, flechada súbitamente por un pensamiento triste en medio de su alegría . Hay que temer la recaída... A ser , yo no me quitaría la venda. ¿Qué es esto? dijo el médico, que entró sin anunciarse . ¿Jarana tenemos? ¿Qué correrías son esas, amigo Bringas? La venda... No hay que fiar todavía. Claro es que no conviene.

Pepita mostraba impaciencia; aguardaba a alguien. Al fin llegó y entró sin anunciarse la persona que aguardaba, que era el padre vicario. Después de los saludos de costumbre, y arrellanado el padre vicario en una butaca al lado de Pepita, se entabló la conversación.

Sólo a la vista de un sombrero caprichoso, o al recibir la noticia de la llegada de una compañía dramática, o al anunciarse que el Casino daría una reunión de confianza, ardía súbito en sus corazones el fuego sagrado de la inspiración, despertábanse sus poderosas facultades poéticas, y en arrebatado vuelo salían de casa y se lanzaban a la de la modista, a la guantería, a la perfumería, dejando en todos los parajes señales de su agitación y alguna parte del peculio profecticio.

Estas conversaciones se repetían todos los días; el objeto de la murmuración variaba poco, los comentarios menos y las frases de efecto nada. Casi podía anunciarse lo que cada cual iba a decir y cuándo lo diría. Don Álvaro notó que su presencia había hecho cesar alguna conversación. Estaba acostumbrado a ello.

Un gran establecimiento minero ha de anunciarse con edificios, chimeneas, ruido de arrastres, resoplido de hornos, relincho de caballos, trepidación de máquinas, y yo no veo, ni huelo, ni oigo nada.... Parece que estoy en un desierto... ¡qué soledad!

Que el servicio sea en vajilla de plata, ó en vajilla de zinc, poco importa: él estaba en el caso de anunciarse pomposamente, y dice que es de plata. En el boulevard Montmartre hay un letrero enorme; en que se brindan dientes por 5 francos cada uno, prévia una garantía de diez años. ¡Dónde estará el diente al cabo de diez años, y aquel á quién se puso, y el mismo que lo puso!