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Actualizado: 1 de junio de 2025


Yo acostumbro á escuchar siempre con indiferencia las hablillas de antecámara. Podrán ser hablillas, pero á la verdad, lo que yo he visto... ¡Ah! vos habéis visto... por cierto, y algo que significa mucho; en primer lugar, he visto que el mayordomo mayor, duque del Infantado, ha tenido que volverse desde la puerta de la cámara del rey, porque el ujier no le ha dejado pasar.

Confieso que no he visto nada parecido desde los días de mis vanidades, allá en mis tiempos juveniles, cuando consideraba inestimable favor ser admitido en los bailes de disfraces de la Corte. Había entonces un enjambre de estas pequeñas apariciones en los días de fiesta. ¿Pero cómo ha entrado este huésped en mi antecámara? , en efecto, exclamó el buen anciano Sr.

Empújala suavemente hacia la carretela acolchada de seda blanca y florida con bolas de nieve en armonía con la decoración de invierno, verdadera antecámara de enamorados.

Contenidos están en este pergamino.... Que entregaréis al hermano relator para su lectura cuando llegue el momento. Introducid al acusado. Al oir aquella orden, un lego situado junto á la puerta la abrió de par en par, dando entrada á un joven novicio y á otros dos legos que hasta entonces lo habían acompañado y vigilado en la antecámara.

Sonose las narices por última vez en la antecámara, y los lacayos temblaron en sus asientos cual si hubiesen oído la trompeta del juicio final. Un criado anunció a M. L'Ambert. Llevaba puestas sus costosas gafas de oro, y sonreía gravemente, cual convenía en semejantes circunstancias.

Y doña Catalina salió de la antecámara de la reina, y se metió por una galería obscura. Felipe III atravesó con impaciencia el pasadizo secreto que ponía en comunicación su cuarto con el de la reina. Halagaba al rey el hacer alguna cosa por propio; tan acostumbrado estaba á la tutela de Lerma desde muy joven.

Está bien, le dixo, haced lo que os parezca. Dexadlo estar, que ganaréis con esta prueba mas de lo que pensais. Aquel mismo dia mandó pregonar en nombre del rey, que todos quantos aspiraban al empleo de principal ministro de las rentas de su sacra magestad Nabuzan, hijo de Nuzanab, viniesen con vestidos ligeros de seda á la antecámara del rey, el primer dia de la luna del crocodílo.

Descuida, hombre, descuida. Y avísame, para que yo avise á la señora Luisa. Te avisaré. Adiós. Adiós. Y el paje se volvió á la antecámara, y el galopín á las cocinas. Don Juan Téllez Girón había salido feliz, enloquecido de amor del alcázar, transformado, gozando de una nueva vida.

-Eso no -respondió Sansón-, porque es tan clara, que no hay cosa que dificultar en ella: los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran; y, finalmente, es tan trillada y tan leída y tan sabida de todo género de gentes, que, apenas han visto algún rocín flaco, cuando dicen: "allí va Rocinante". Y los que más se han dado a su letura son los pajes: no hay antecámara de señor donde no se halle un Don Quijote: unos le toman si otros le dejan; éstos le embisten y aquéllos le piden.

Poco después seguía por las calles al lacayo del duque de Lerma. Llena estaba la antecámara de audiencias de palacio de pretendientes, cuando el tío Manolillo llegó al alcázar.

Palabra del Dia

rigoleto

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