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Actualizado: 17 de junio de 2025
El primero debe ser tan antiguo como las seguidillas, y lo mismo La Tirana, baile andaluz en sus orígenes, cuya letra, como la del Polo, sólo tiene cuatro versos sin estribillo.
Su libertinaje era, por el contrario, aquel otro libertinaje tan común en España entre los jóvenes de alta alcurnia: mezcla extraña, tipo híbrido del manolo y del sportmen, del gitano y del muscadin, que se diría nacido del antitético matrimonio de un torero andaluz con una soubrette parisiense.
Probablemente don Ambrosio O'Higgins se acordó del cuento cuando, al sermonear a los capitanes, terminó la reprimenda empleando las palabras del alcalde andaluz. Aquella noche quiso su excelencia convencerse personalmente de la manera como se obedecían sus prescripciones. Después de las once y cuando estaba la ciudad en plena tiniebla, embozóse el virrey en su capa y salió de palacio.
El descarado mentir de su colega provocaba en el magistrado andaluz una indignación a veces fingida, otras real, que siempre alegraba a la compañía.
Su talla resultaba airosa, aunque inferior a la media, y su rico traje andaluz le dejaba ver en toda su elegancia. Se desató el pañuelo rojo que rodeaba su cabeza, escapándose un bosque de cabellos que casi cubrieron su cara; sus grandes ojos brillaban con un dulce brillo.
Pero no creas, todavía hay algo en mí que no perderé nunca, algo de nobleza, aunque me esté mal el decirlo... Mira tú, chavó, qué quieres..., el aire hace a la persona. He vivido tres meses entre perros de presa. No te asombres de que muerda alguna vez... Sí, esa voz, esas expresiones, ese acentillo andaluz... Dime, ¿qué es lo que te queda de nobleza?
Dos años después un mendigo paralítico le gritaba en Buenos Aires: Adiós, mi general; soy el andaluz de Tucumán; estoy paralítico. Facundo le dió seis onzas. Estos rasgos prueban la teoría que el drama moderno ha explotado con tanto brillo, a saber: que aun en los caracteres históricos más negros hay siempre una chispa de virtud que alumbra por momentos y se oculta.
Más fuerte que si tuviera algo dentro, la cabeza de mi amigo D. Diego resistía a frecuentes trasiegos del ardiente líquido; pero cuando vinieron las mozas y comenzó la música, el noble vástago perdió los estribos y dio con su alma y su cuerpo en el torbellino de la más grosera orgía que ventorrillo andaluz puede ofrecer al sibaritismo.
Salú, don Isidro dijo con acento andaluz . Ya nos extrañábamos un poquiyo de no verle esta tarde por aquí. Volvió a sentarse entre un grupo de jóvenes españoles, unos con boina, otros con amplio sombrero, que le escuchaban, sonriendo, admirativamente.
Lo mejor, por consiguiente, es prescindir cuando se escribe, de tonillos y de malas pronunciaciones y hacer que todos hablen en castellano y como Dios manda. Si el personaje es andaluz de buena ley, ya lo conocerá el discreto lector por lo pintoresco de las imágenes y por el giro peculiar de las cláusulas y períodos.
Palabra del Dia
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