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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Era el escritorio; el paraje más temible y peligroso de la comarca. Decía Paco Ruiz á sus amigotes del café que prefería ir á medianoche al cementerio á llegarse á las doce del día al escritorio de D. Marcelino.
Más de un año hacía que no la había visto. ¿Cómo le iba a la abuela con el señor Polo? Un día que tuviese humor, tal vez se decidiera a ir a Tetuán. Ya no conocía a las gentes de allá. Madrid terminaba para él en el Café de San Millán, donde se reunía con ciertos amigotes para admirar a las hembras de la plaza de la Cebada.
Y señalando con su mano flaca, cubierta de guante canelo, una luz que a cierta distancia se veía, como farolillo de taberna o café, dijo entre suspiros: En donde está aquella luz se reúnen sus amigotes de usted.... Caballero, si me permite usted que le dirija un ruego, le diré que por nada del mundo sea usted masón.
La sobrina, por su parte, parecia estar contenta de mis opiniones y gustos en cuanto á las españolas, y al fin quedamos muy amigotes, aunque de cuando en cuando sentia yo que por encima de mi nuca le echaba el tio á la sobrina las miradas mas paternales, pero siempre escrutadoras en el fondo.
No hay que enfadarle. Al fin es quien es. Y el otro ¿anda con él? ¿Tan amigotes siempre? Ya se sabe que a casa no le lleva.... ¿Y es de etiqueta el baile? Creo... que sí... ¿Hay que ir escotada? Ps... no. Aquí la etiqueta es para los hombres. Ellas van como quieren; algunas completamente subidas. Nosotros iremos... subidos ¿eh?
Luis huía de todo contacto; se recogía como doncella medrosica en su asiento. El recuerdo de los amigotes era su única defensa. ¿Qué diría su amigo el marqués, un verdadero filósofo, que, contento con su libertad de marido divorciado, saludaba a su mujer en la calle y besaba a los niños nacidos mucho después de la separación? Aquel era un hombre. Había que terminar una escena que juzgaba ridícula.
Después de los estrechos abrazos de costumbre y de las exclamaciones, plácemes y preguntas de rigor en estas entrevistas; después de hablar largo y tendido sobre las novedades que andaban por Madrid, la varia fortuna de la guerra y los amigotes muertos ó ausentes, rodando de uno en otro asunto la conversación, vino á parar al tema obligado, esto es, las penalidades del servicio, la falta de distracciones de la ciudad y el inconveniente de los alojamientos.
Por tí me robaron antes y ahora vienes tú en persona, probablemente para pedirme con tus lloriqueos otro pedazo de mi hacienda con que engordar á tus amigotes. Lo que voy á hacer es soltar los perros para que te acuerdes toda la vida de tu primera y última visita á Munster; y entre tanto, ¡abre paso! Diciendo esto empujó á Roger violentamente y asió otra vez el brazo de su víctima.
Y obediente por necesidad, entregado por completo a sus burdos amigotes, tuvo que descender por la parte opuesta, ayudándole el Chispas, que le había precedido y le sostenía por las piernas. El señor Manolo, más ágil, saltó la tapia sin grandes esfuerzos, y un instante después se unió a ellos el Mosco. Ya estaban en la ratonera.
Su padre, don Carlos el libre pensador, se le apareció de repente, en mangas de camisa, disputando junto a una mesa, allá en Loreto, con un cura y varios amigotes ateos, o progresistas.
Palabra del Dia
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