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Actualizado: 3 de octubre de 2025


No hablemos de mi primo, el cual, si fuera consultado, haría valer sus derechos de conformidad con las formas establecidas, usando los argumentos que cumplen a la defensa de los maridos amenazados en su honor que es cosa grave, y en su felicidad, que todavía es más serio. Por lo que a ti respecta, la situación no es más complicada.

Los teólogos españoles que no pertenecian á la noble clase de los presos, observado el miserable estado de opresion i afrenta en que estos se hallaban, creyéronse amenazados del mismo azote; con lo que todos al punto cayeron de ánimo; i poseidos del terror, parte se condenaron á guardar eterno silencio en cuanto á la Vulgata i testos originales de la Escritura, ó procuraron esplicarse con sobrada templanza, hija mas bien del miedo que de un corazon ingénuo , i parte, huyendo del bando de la verdad, se pasaron al bando de la multitud; porque èntre ella solamente se prometian respirar sin contradiccion ni sobresaltos.

Conveniente es observar que el calor interno se estiende rápidamente á la superficie siguiendo los gruesos troncos arteriales y las partes mas vasculares. El pecho y cabeza no tardan en ponerse ardorosos y aun verse amenazados de congestiones peligrosas.

De aquí la ansiedad de mamá, pues siendo nuestra casa una de las tantas merodeadas, estábamos desde luego amenazados por la visita de los perros rabiosos, que recordarían el camino nocturno. En efecto, esa misma tarde, mientras mamá, un poco olvidada, iba caminando despacio hacia la portera, su grito: Federico! ¡Un perro rabioso!

Fué preso al cabo, y al siguiente día, 3 de Julio, le ahorcaron en la orilla del río, quedando con aquella ejecución en tranquilidad muchos vecinos de Triana, que durante largo tiempo anduvieron siempre amenazados con los desmanes y excesos de furor del Bravo de las Galeras, cuyo recuerdo duró largo tiempo entre la gente de su laya que tanto abundaba en Sevilla en los siglos XVI y XVII.

Cuando los muchachos que recibían el préstamo no se pegaban un tiro y sus padres se veían amenazados por la deshonra, el señor de Cupón transigía el asunto, viniendo siempre a quedaren sus garras el sesenta por ciento al año. Fue diputado de una mayoría conservadora, y contribuyó poderosamente a varias peregrinaciones católicas.

Isagani, sin embargo, repuso: Yo creía que los gobiernos buscarían bases más sólidas cuanto más amenazados... La base del prestigio para los gobiernos coloniales es la más debil, porque no reside en ellos sino en la buena voluntad de los gobernados mientras quieran reconocerlo... La base justicia ó razon me parecía más duradera.

Las nuevas cartas dijo Bracamonte son del Barón de Bárboles, de Miguel de Gurrea y del señor de Purroy. Leyolas. Las dos últimas referían los sucesos recientes de Aragón y la agitación popular de Zaragoza. La de don Diego de Heredia, señor de Bárboles, entre otras cosas decía: «Hoy somos los aragoneses los amenazados, mañana lo seréis vosotros.

Pero el designado para la vuelta de Clara á Madrid el sol, ¡qué crueldad! salió. Sus primeros rayos llevaron la desolación al alma de los dos jóvenes, amenazados de una separación.

Es un militar hábil y un administrador honrado, que ha sabido conservar las tradiciones europeas y civiles, y que espera de la ciencia lo que otros aguardan de la fuerza brutal; es, en una palabra, el representante legítimo de las ciudades, de la civilización europea, que estamos amenazados de ver interrumpida en nuestra patria. ¡Pobre general Paz! ¡Gloríate en medio de tus repetidos contratiempos! ¡Contigo andan los penates de la República Argentina!

Palabra del Dia

aprietes

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