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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Este otro compañero mío, continuó al notar que el barón miraba á Roger, ha sido hasta ahora amanuense en la abadía de Belmonte, donde deja el mejor recuerdo, como lo atestiguan las letras del abad que consigo lleva. Y es también doncel de mucha ciencia, aunque de pocos años. Su nombre, Roger de Clinton y es hermano del arrendatario de Munster.
Que no era imaginario dicho informe, se deduce de que su copia simple me la prestó en Chile D. Nicolas del Puerto, general que fué de Chiloé: quien me afirmó, que, en virtud de este informe, se escribió á los Césares, el año de 1719, por un Sr. Oidor, de quien era amanuense dicho D. Nicolas, y por órden de aquella Real Audiencia, una carta que un indio ofreció levar, y volver con la respuesta.
Sé esmaltar, conozco algo el tallado de piedras preciosas, puedo construir muchos instrumentos músicos y cuanto á la heráldica, no hay en Belmonte amanuense ni novicio que la sepa mejor que yo. ¡Pues no es corta la lista! exclamó el superior con alegre acento. No hubieras aprendido más en el Real Colegio de Exeter. Pero ¿qué me dices de tus otros estudios, de tus lecturas y composiciones?
El pobre amanuense de Castro Pérez, herido y lastimado por la murmuración villaverdina; un pobre estudiante, recién salido de aulas, favorecido por los elogios de don Quintín Porras, y llevado a Santa Clara por las recomendaciones de un maestro de escuela, de un médico a la antigua, sin fortuna ni fama, y de un mendigo franciscano.
Uno de los fusilados en esa ocasión fué Frasquito, muchacho andaluz muy popular por sus chistes y agudezas, y que era el amanuense de Rodil. Al recibir Rodil la carta u oficio en que Canterac le transcribía el artículo de capitulación concerniente al Callao, exclamó furioso: ¡Canario! Que capitulen ellos que se dejaron derrotar, y no yo. ¿Abogaderas conmigo?
Servía de amanuense en la escribanía mayor del gobierno, cuyo cargo de escribano mayor era desempeñado entonces por el marqués de Salinas, quien pagaba a nuestro joven veinte duros al mes, le daba por pascua del Niño Dios un decente aguinaldo y se hacía de la vista gorda cuando era asunto de que el mocito agenciase lo que en tecnicismo burocrático se llama buscas legales.
Si se reflexiona en la incomprensible facilidad y flexibilidad del poeta, que podía inventar con tanta rapidez un plan complicado, y por lo común singularmente dramático, desenvolverlo y exornarlo con tanto brillo y tan verdadera poesía, y escribir al mismo tiempo bajo formas poéticas tan difíciles, cuando el amanuense más veloz apenas podría copiarla, no podemos menos de confesar que semejante fenómeno casi frisa con lo increible.
¡Y así me libraría tal vez de aquella panza amarilla, y de aquella cometa abominable! Abandoné el palacio del Loreto, y con él mi existencia de Nabab. Regresé a mi habitación de la casa de la viuda de Marques, y volví a la oficina a implorar mis veinticinco duros mensuales y mi dulce pluma de amanuense. Mas un sufrimiento mayor vino a amargar mis días.
Palabra del Dia
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